Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir
Francisco De Quevedo
Tiempo de promesas,
de las sinceras,
y también de aquellas
que se olvidarán
con devenir de los días.
Tiempo de promesas,
personales y sociales,
que comprometen
tanto al corazón
como a la propia razón.
Es tiempo de promesas,
porque la vida te regala,
sin que tu lo pidas,
un talonario
con trescientos sesenta y cinco
nuevos días.
Y de pronto,
te encuentras,
con que habrá
tiempo para todo,
para comprar,
para pagar,
para pedir,
para buscar,
para prometer,
y te dices…
que ya habrá tiempo
para responder
a la promesa dada.
Y de pronto,
todos prometen algo.
No queda nadie
sin haber prometido
alguna cosa,
alguna obra,
alguna historia
que se deberá contar,
en el trascurso del tiempo,
en el día a día,
en la vida misma.
Tiempo de promesas,
que por experiencias vividas,
pocas se cumplen,
pocas llegar a tener vida.
Promesas que
como las hojas del árbol,
como las aguas del río,
como el polvo en el aire,
se las lleva el viento,
se pierden en el tiempo,
y nadie recuerda,
lo que prometió
en tiempo de promesas.
No regales promesas,
si no las piensas cumplir,
no desgastes la palabra,
no te engañes,
ni engañes a quien quieres,
a quien te cree y espera de ti.
Regala hechos,
acciones concretas,
predica con el ejemplo,
con el actuar sincero,
que no necesita de pompa,
que no requiere panfleto.
Debes saber
que lo mas importante
es hacer,
antes que prometer,
que una acción
por pequeña que sea,
es más que mil palabras,
dichas por poetas,
que aunque bellas,
son solo promesas.
En tiempo de promesas,
olvídate de ellas,
de nada sirven,
si no serán verdad,
si sabes que las dices
por compromiso,
por obligación,
por salir al paso.
Y lo que es mas importante,
reconoce a los que solo
de promesas vacías,
llenan su vida y la vida de la gente,
aléjate de ellos,
o aún, haz algo mejor:
enséñales con tu ejemplo.
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