Un líder es un referente del grupo al que se pertenece. Un
referente para lo positivo y para lo negativo. Un líder tiene influencia,
capacidad de llegar a una gran cantidad de personas, y también mayor
responsabilidad por sus actos. Lo que diga, calle, haga, deje de hacer u
otorgue, tendrá una repercusión positiva o negativa en el entorno social de su
liderazgo.
Es más, el líder vela y debe velar por todos, debe hablar
por todos, sabiendo que sus palabras y sus hechos benefician o afectan a la
totalidad de la sociedad a la que dirige.
El liderazgo también implica tender puentes, acercar a sus
dirigidos a otras sociedades, promover intercambios, el conocimiento de otras
realidades, y la tolerancia con otros modelos de liderazgo positivo.
El líder debe ser capaz de dialogar, de escuchar, de
meditar, de analizar, de procesar la información, de saber que puede ser líder
para unir o para separar, para construir o para destruir, para trabajar en
equipo o para generar pequeños reinos de sometimiento y de trabajo.
A propósito de todo esto, llama la atención la carta que
dirige el señor Presidente de la República a la Cumbre de
Presidentes, donde no solo anuncia su deseo de no ir, sino la voluntad de no
asistir a "ninguna Cumbre de las
Américas, hasta que se tomen las decisiones que la Patria Grande nos
exige"; ¿cuáles son ellas?, ¿quién las escribió?, ¿quiénes las
consensuaron?, ¿quiénes las aprobaron?.
Una decisión compleja y difícil, que ojalá no cierre
puertas, que no impida dialogar, integrarse, discutir, analizar y construir. El
liderazgo y el diálogo van de la mano, caminan juntos, son parte de un todo. No
creo en los alejamientos, en las posiciones extremas, en los silencios
impuestos. Creo en el diálogo, en la lucha de las ideas, en la tolerancia y en
el consenso. Es verdad… no es fácil, es quizá el camino más complejo, que es el
camino del liderazgo y del diálogo.
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