De altar se ha de tomar a la patria para ofrendarle nuestras vidas;
no de pedestal para levantarnos sobre ella.
José Martí
Los medios impresos,
de mayor impacto nacional,
enfrentan hoy procesos,
en la justicia tradicional.
Han sido denunciados,
han sido demandados,
por el primer mandatario,
quien reclama airado,
que ha sido vilipendiado,
que ha sido injuriado,
y por lo tanto,
en sus propias palabras,
los sicarios de la tinta y el papel,
deben pagar con cárcel
y con dinero también,
por los dichos y las frases,
que nacen en los medios.
Se prepara entonces,
una reforma legal,
otra más, para variar,
que intentará controlar,
silenciar y callar,
a la palabra y a la libertad.
Se pretende apresar a la palabra,
que no camine libre,
que no piense, que no opine,
que no denuncie,
que no oriente,
que calle para siempre,
que cuente lo que se le ordene,
que diga lo que se le escriba,
que permanezca sometida,
amordazada,
adormitada.
Se pretende hacer entender,
que la palabra libre,
nos es buena para la gente,
que no se debe pensar,
reflexionar y cuestionar,
que los medios de comunicación,
son unos desgraciados,
que odian a los mandatarios,
y que están al servicio
de los adinerados,
y que la verdad solo está,
en la boca del gobernante,
de que tiene a la ley a su servicio,
del que acumula cada vez,
más poder y menos amor,
por nuestro querido Ecuador.
La palabra presa,
los labios amordazados,
es la imagen que viene a la mente,
al ver a los comunicadores denunciados,
enjuiciados y condenados,
al ver a los medios,
amenazados, hostigados,
demandados y juzgados,
porque han hecho uso
de la libertad de la palabra…
es verdad,
reconozco que hay veces,
que hay medios,
que hay personas,
que abusan de ello,
y denigran la majestad
de la palabra y su libertad,
pero como en todo,
no son todos,
y hay formas,
hay modos,
que no son violentos,
para ordenar,
para reflexionar,
para dialogar,
sobre las relaciones del poder,
con la prensa libre,
con la libertad de opinar.
Pero si por el contrario,
en lenguaje violento,
se amenaza, se demanda,
se hostiga, se denigra,
la libertad de la palabra peligra,
la oportunidad de hablar,
de decir, de opinar,
de guiar, de generar opinión,
de generar debate,
de generar oposición…
se acaba,
convirtiendo todo,
en un triste monólogo,
en el triunfo del mandatario,
en la muerte de la verdad,
en el encarcelamiento de la libertad.
Malos tiempos,
para el libre pensamiento,
que busca siempre,
generar opinión,
reflexionar y denunciar,
su visión de las cosas,
no con intensión,
de desestabilizar,
de quitar el poder al poder,
por el contrario,
de buscar equilibrio,
de formar criterios,
porque un democracia,
es un ejercicio pleno
de convivencia pacífica,
en el que se incluyen
el respeto al pensamiento ajeno,
los derechos de la minorías,
la rendición de cuentas,
la justicia si amenazas,
la honestidad de la palabra,
la verdad de los actos,
la construcción conjunta
de un presente y un futuro,
que nos ha sido encargado,
para el beneficio mutuo.
Si la palabra se apresa,
si la palabra se amordaza,
viviremos un régimen
de mentiras disfrazadas,
de fundamentalismos,
de fanatismos descontrolados,
de corrupción imparable,
de muerte del espíritu,
y de asesinato de la esperanza.
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