Nadie ofrece tanto como el que nada puede cumplir
Francisco de Quevedo
Recuerdo la euforia,
los días de gloria,
el gasto valía la pena,
millones en organizar
una asamblea popular,
una asamblea constituyente,
con el único objetivo al final,
de entregar al país,
una Constitución de verdad.
Y cuando se aprobó,
se decía que el Ecuador ganó,
que a partir de ese momento,
se acababa el sufrimiento,
que no existía en la historia
de este país sin memoria
una constitución igual,
y que entonces el gobierno nacional,
podría hacer realidad,
la infinidad de promesas,
e ilusiones vendidas
en la campaña presidencial.
Se nos dijo,
que en la Constitución actual,
estaban las claves del éxito,
una especie de piedra filosofal,
y que a partir de ella,
la Asamblea Nacional,
sería la mejor de todas,
un ejemplo de virtudes,
de entrega y de luces,
para componer el daño,
que había dejado a su paso,
la larga noche neoliberal.
Se comentaba,
que con la nueva Constitución,
tendríamos mejor salud,
que ya todo estaba dicho,
y que todo el beneficio,
sería para la gente del pueblo,
que necesita ayuda,
que necesita una mano,
que necesita medicinas,
que necesita un apoyo.
Y ni hablar de la justicia,
sería la mejor de todas.
Con la nueva Carta Magna,
se protegía sin lugar a dudas,
todos los derechos,
a todos los desvalidos,
a todos los necesitados,
de eso que llamamos justicia,
y que nunca jamás en la vida,
volverían a estar presas
las almas desvalidas.
Y así tantas promesas,
que juntas sumaban una,
la más grande,
por la que dabas la vida,
un nuevo país,
una nueva forma
de hacer las cosas…
dejando atrás una historia
plagada de vicios,
de abusos y falsas promesas,
de gobiernos corruptos,
de memorias falsas,
de negociados abruptos,
de tantas cosas malas.
Y las promesas continuaban,
en torno a una nueva prensa,
una que de verdad informe,
una que de verdad sirva,
que sirva al la gente,
al pueblo y a sus necesidades.
Y pasan los días,
y esos medios incautados,
no han sido liberados,
solo cambiaron de manos,
pues siguen secuestrados.
Hoy esa Constitución ya no sirve,
es necesaria una nueva campaña,
volver al ruedo, volver a la batalla,
con el dinero del pueblo,
con el precio de la fama.
De seguro ganan,
de seguro ratifican,
lo que ellos llaman,
la voluntad del pueblo,
la voluntad manipulada.
Hoy esa constitución ya no sirve,
nadie sirve en realidad,
solo el rey de la verdad,
aquel que dirige el destino del país,
y que día a día y semana a semana,
nos recuerda que no hay mejores días,
que éstos, o que los que construye él,
para que podamos vivir.
Hoy una promesa menos,
debemos anotar en nuestros días,
y entonces te dicen,
te venden,
una nueva lid electoral,
que terminará con los malos,
y que verá de nuevo ganar,
a ese, al gran pueblo,
que esta vez si de veras verá,
que las cosas mejorarán,
que la nueva justicia aflorará,
como una rosa en el rosal.
Una promesa menos,
una gran promesa menos será,
en un año de la vida,
que seguro… deberemos restar.
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