Vientos de intolerancia,
soplan en nuestras democracias.
Y es que la semilla
de la intolerancia maldita,
se siembra en corazones y vidas,
de aquellos más desvalidos,
de aquellos que la propaganda,
la limosna y la coima,
ha cegado de por vida,
la posibilidad de mirar,
cuál es la verdadera realidad.
Vientos de intolerancia,
que dejan a su paso,
intolerantes en potencia,
intolerantes en ejercicio,
intolerantes con poder,
intolerantes sin alma,
sin conciencia... sin piedad.
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