Ser uno mismo en un mundo que
constantemente trata de que no lo seas, es el mayor de los logros
Ralph Waldo Emerson
Casi sin darte cuenta,
o, sin darte cuenta,
sigues un guión
que alguien escribió,
que alguien decretó
que alguien validó
y te encuentras siendo todo,
menos lo que deberías ser
o lo que quieres ser.
“Estar donde puedo ser”,
es quizá, el mejor lugar,
y quizá es también,
un lugar complejo para llegar.
La autenticidad
es en sí, una de las bellezas necesarias
para construir humanidad
para sostener una sociedad.
Ese guión impuesto,
frena la espontaneidad,
asfixia la autenticidad,
y nos convierte
en aquello que se valida
y que se aprueba
porque el guión así lo dice,
y porque con ello
encajamos en aquello
que nos dicen
debemos encajar.
Compleja tarea
construir la belleza
de la espontaneidad
y la autenticidad.
Pues no se trata,
de ser como como somos,
independientemente de los demás.
O, que nos acepten,
porque así somos,
y no vamos a cambiar.
La autenticidad,
es fruto de un continuo cambio,
de un descubrirnos
sin descanso, sin cesar.
La autenticidad,
nos necesita coherentes,
activos, pensantes
y eternos navegantes
de nuestro mundo interior.
Quizá,
si llegáramos a desarrollar
dotes de autenticidad,
pudiésemos ser vulnerables,
porque nos mostramos como somos,
y esa es una virtud
y a la vez una ventana
por donde podrían entrar
a hacernos daño y atacar.
Pero, nada se compara,
con el gusto de saber que se camina,
construyendo ese yo
lo más auténtico posible.
Y mientras eso sucede,
nos alejaremos de posturas
y comportamientos
que tienen que ver
con la envidia, la murmuración,
la mala fe, la corrupción,
y otras podredumbres más,
de quienes asumieron
que eso deben ser
para poder triunfar
y supuestamente ganar,
en una carrera
que solamente ellos corren.
1 comentario:
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