Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales
para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente
Mark Twain
Los viajes son,
una especie de encuentro
y también reencuentro.
Lugares, personas, paisajes,
recuerdos… momentos.
Viajar,
es en sí una aventura,
sea el viaje largo,
o se transite una corta ruta.
Viajar,
por gusto, por necesidad,
por distracción, por obligación.
Viajar es moverse,
ir de un lugar a otro.
Viajar,
y mirar lo queda atrás,
sin dejar de mirar
la ruta para llegar.
Hay (creo yo) un viaje necesario,
fundamental y clave,
cuyo conductor y pasajero,
es uno mismo:
viajar hacia nuestro interior,
visitar nuestro corazón.
Hay miedo, lo sé,
hay desconocimiento,
hay preocupación
por hacer ese viaje:
¿qué vamos a encontrar?,
o quizá sé, lo que voy a encontrar.
Un viaje necesario,
eso de visitarse uno mismo,
de encontrarse y conocerse,
de aceptarse y comprender
al ser humano, a uno mismo.
Viajar,
al encuentro interior,
para empezar a trabajar,
reparar o restaurar
el propio amor, la propia preocupación,
el propio cuidado, la propia dignidad.
Viajar,
al encuentro interior,
para descubrir que somos alguien,
un alguien que se necesita,
un alguien que respira,
un alguien que busca permanente.
Viajar,
al encuentro interior,
para aceptarse, apoyarse,
animarse, corregirse, comprometerse.
Y, sobre todo
para actuar diariamente
sobre lo que somos
y lo que queremos ser,
independientemente
del mundo exterior.
Un viaje,
con un conductor,
que es a la vez pasajero:
tú y tu humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario