Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir,
sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender
Alvin Toffler
En este mundo hay inventos,
máquinas, equipos, metodologías,
medicinas, que dejan de ser útiles,
porque son obsoletos,
es decir, cumplieron un tiempo de vida
y deberían reemplazarse,
porque podrían, no solamente no servir,
si no ser peligrosos para la humanidad.
Sucede también,
con algunas cosas en nuestros hogares.
Tendríamos que desechar varias de ellas,
porque ya no sirven, porque no prestan
el servicio para el que fueron creadas;
lo lógico sería: dejarlas de usar.
Nos da pena, en algunos casos,
porque algunas de esas cosas
nos evocan tiempos y personas,
que son parte de una historia.
Aunque hay,
una notable y gran diferencia,
con el aprendizaje, el conocimiento,
la costumbre, la tradición y la repetición
de ideas, conceptos, prácticas, historias
y creencias, que son parte de nuestro ser,
podría existir una similitud
con los ejemplos propuestos
en mis primeras ideas.
Lo que aprendemos, conocemos,
lo que es ya una costumbre
una tradición, una creencia,
difícilmente se cambia
peor aún desecha,
a lo largo de nuestra vida.
“Ten cuidado con lo que aprendes
que no podrás olvidarlo”,
reza un adagio popular.
Es una invitación constante a desaprender,
a cuestionar lo aprendido,
a superar el cambio,
a que nuestra mente sea siempre
una pizarra lista para escribir,
borrar, corregir, mejorar, ampliar,
cuestionar, aprender y volver a desaprender,
como ejercicio de vida, de crecimiento mental,
personal, espiritual y humano.
Si bien todos los días,
debemos agregar cosas a nuestras vidas,
con la misma frecuencia, habrá que eliminar cosas,
como camino a la sabiduría.
No se trata de ser sabios,
la idea es estar conscientes
y claros de que solamente sabemos,
que nada sabemos.
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