Sólo los ignorantes desprecian la educación
Y de pronto…
las armas apuntaban a los civiles,
apuntaban a la población,
apuntaban… a quienes hasta hace poco,
defendían ardorosamente
frente a la escalada de los sicarios
y los delincuentes.
Y de pronto…
una aspiración institucional
se transforma en el desconocimiento a la autoridad,
en la ruptura de la paz social,
en insultos, en gritos, en amenazas,
en odios, en peleas, en enfrentamientos.
Y de pronto…
un deseo justo,
un afán reivindicativo,
deriva en lo que jamás debió ser:
un acto ilegal,
que puso en peligro a los ciudadanos en general.
Las calles desiertas,
sin policía que las cuide,
los ciudadanos atados de manos,
la delincuencia, los oportunistas,
los desgraciados, los anarquistas,
hacen y desasen, roban, amenazan, asaltan,
se burlan de las calles desiertas,
de la gente indefensa,
mientras la policía intenta,
que su voz sea escuchada,
equivocando la estrategia
para que sus deseos sean cumplidos.
Y de pronto…
se suma la poco acertada intervención
del mandatario de la nación,
que enfrenta al insurrecto,
tratando de demostrar quién es más violento.
El día termina,
y con él cinco vidas,
y con él la sensación de mejores días,
y nos deja el sabor amargo de la derrota nacional.
El día termina,
y con él la confianza
en las fuerzas de protección ciudadana,
que tardará en volver…
porque la confianza se entrega completa
pero así mismo, del todo se quita.
Y de pronto…
muchos opinan,
los que ahora condenan,
los que ahora acusan,
los que se declaran ganadores,
los que se declaran víctimas.
Se habla de castigos, de penas,
de juicios, de venganzas,
de rencores,
se advierte que el olvido
en este país no tiene cabida,
que el perdón es solo una quimera.
Entonces me pregunto,
¿en qué valores educamos?,
¿cuáles son esos valores ciudadanos,
que inspiran todos nuestros actos?,
o será verdad, eso que dicen por ahí,
que la mala educación
ha tomado por asalto nuestro corazón.
Y de pronto siento,
que el respeto,
que el servicio,
que la educación,
que la tolerancia,
que la consideración,
que la decencia,
que la sana aspiración,
que el respeto por la vida,
que la libertad de la palabra,
han quedado de lado.
Importa solo el beneficio de clase,
el interés personal,
el ganar y ganar,
sin siquiera importar
que esa ganancia se traduce,
en la pérdida del respeto a la humanidad.
No logro entender,
que el debate nacional,
sea solamente por buscar,
quiénes fueron los culpables,
o quiénes deben ser,
si hubo golpe, autogolpe o sublevación.
Quizá nos deberíamos preguntar,
Por lo que hemos enseñado,
o hemos dejado de enseñar,
por el ejemplo de violencia, de odio,
que estamos legando a quienes dentro de poco
dirigirán nuestros días,
nuestros destinos, nuestra salud,
nuestra educación.
Rescatemos los valores de la paz:
el respeto, el perdón, la educación,
la libertad, la igualdad, la fraternidad,
el amor, la honestidad… la verdad.
Esa, solo esa debe ser nuestra
agenda nacional.
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