jueves, 23 de agosto de 2007

Cartas a Santiago, mi hijo (1)


Hoy me di cuenta del algunas cosas,
mientras feliz festejabas tus primeros,
nueve años de vida hermosos,
riendo jugando, como si la vida fuera un baño de rosas.

Me di cuenta que vas creciendo,
que dentro de poco dejarás de ser un niño,
convertirte en joven, ser un nuevo adulto,
entonces pensé… que te encontrarás con el mundo.

Un mundo que miro y no quiero ver,
que vivo y quiero cambiar,
un mundo que necesita de manos,
de cabezas y sobre todos corazones sanos.

Te miré jugar,
ajeno a lo que miro,
a lo que temo enfrentar.

Te miré y pensé,
en el legado que has recibido,
y en el que recibirás.
No hablo de dinero
ni de bienes vanos,
hablo del ejemplo,
que como personas dejamos,
soy tu espejo, lo sé,
y me atemoriza saberlo,
pues te miras en mí,
como si fuera el camino a seguir.

No es fácil la vida lo sé,
y aún el camino por recorrer,
la inocencia va quedando por la vía,
la prudencia, un valor que recoger.

Escucharás de todo,
y mirarás de todo,
enfrentarás muchos retos,
disfrutarás de muchos momentos.


Habrá de todo,
como en la viña del Señor,
entonces recordarás el espejo
en que solías verte y sin darte cuenta,
actuarás independientemente.

Habrá gente que sonría por fuera,
pero que por dentro quiera,
llorar de veras,
su imposibilidad plena,
de tender la mano,
a la persona ajena.

Aprenderás que la mentira,
es como decimos por desgracia,
el pan nuestro de cada día.

Pero… tranquilo,
que de eso se trata la vida,
una permanente búsqueda
de la verdad perdida.

Una verdad hijo mío,
que sabemos dónde está,
pero que no la buscamos nunca,
por temor a lo que podamos encontrar.

Una verdad hijo mío,
que a veces cuesta buscar,
pues nos suele deparar,
emociones contrapuestas,
que dejan en evidencia cierta,
nuestras limitaciones
y debilidades humanas.

Aprenderás que tus padres,
son humanos y fallan,
que aquel ideal de perfección,
solo queda para la imaginación,
que nos molestamos, que fallamos,
que a veces no actuamos,
como te pedimos lo hagas.
Es verdad… somos humanos.
Pero quisiera que aprendas,
que no lo hacemos por malos,
probablemente a veces flaqueamos,
ante las inclemencias del tiempo,
ante la agitada vida que llevamos,
pero no… de mala manera no…
pues si algún ejemplo debiera
en tu corazón por siempre quedar,
es el del respeto a la vida,
la búsqueda de la verdad perdida,
de la ilusión por ser grandes,
no en dinero y bienes,
sino en ideas e ideales de gentes,
que tienen manos amigas,
que hacen de la senda de la vida,
un camino más pleno,
así descubramos con duelo,
que hay penas y alegrías,
y por eso ellas,
en el devenir de los días,
serán el pan que alimente nuestras vidas.

Te miré jugar,
ajeno a lo que miro,
a lo que temo enfrentar,
y recordé que hay cosas,
que aún debo cambiar,
por la felicidad de todos
y de la mía en particular.

1 comentario:

Elena Malo de Mancino dijo...

Te felicito, espero que tus hijos refejen el espejo que tu y Gaby hacen dia a dia para ellos.