jueves, 30 de agosto de 2007
La mano amiga
Sin pensarlo mucho,
cuando menos lo necesitas,
cuando más te hace falta,
y crees que todo se ha perdido,
o está por perderse,
una mano amiga,
se extiende presurosa,
sincera y cordial,
para hacerte la vida más fácil,
para poner el hombro,
y hacer la pena más llevadera.
Pero esa mano no siempre
está en las situaciones malas,
está siempre en las buenas,
alegrándose de nuestras alegrías,
sonriendo con nuestras sonrisas,
brindando, cantando y riendo,
siendo para todos nosotros,
uno más de la familia.
La mano amiga,
es sincera siempre,
da si esperar nada
o casi nada,
aunque no pide,
espera siempre
una señal de gracias,
no siempre en palabras,
quizá en miradas,
en palabras dulces,
en las mismas acciones
que brindó sinceras.
Es más, la mano amiga
reacciona a favor,
así no le fueran dadas,
las gracias por la ayuda prestada.
Una mano sincera no espera
para actuar,
ni actúa para ser reconocida.
Eso sí dejará de serlo
si en algún momento,
fuera vilmente traicionada.
La mano amiga,
también está en las malas,
muchas veces en silencio,
como un muro de lamentos,
que recibe la pena y dolor,
sin decir nada,
brindando su sombra,
su cobijo y su amor.
La mano amiga,
de vez en cuando,
aprieta duro para hacernos ver,
que hay cosas que no debemos hacer.
Aprieta duro para que sepamos,
que muchas veces abusamos,
y somos quien no decimos ser.
Esas son, las buenas amistades,
pocas, valiosas,
no cuentan en número,
sino en amplitud de corazón,
no cuentan en dinero,
sino en riqueza de espíritu,
no cuentan en conocimiento,
sino en sabiduría del alma,
no cuentan en número,
sino en su corazón puro.
Hoy que a lo lejos miro,
a las amigas y amigos que tengo,
en silencio pienso en lo afortunado,
en lo bendecido que soy,
pues son esas manos,
las que a lo largo de los años,
se han extendido y se extienden,
presurosas y firmes,
cuando algo en la vida he necesitado.
Son rostros y sonrisas,
que están siempre ahí,
que no me piden nada,
solamente verme feliz,
a quienes no siempre encuentro,
inclusive en años,
pero que las siento siempre,
como un eterno convivir.
Entonces pienso,
en lo importante de ser,
una mano amiga también,
que se extienda presurosa,
cuando la necesiten otra vez,
a si no la llamen,
que esté siempre por ahí.
Hoy que a lo lejos miro,
a las amigas y amigos que tengo,
en silencio pienso en lo afortunado,
en lo bendecido que soy,
cuando los vuelva a ver,
les diré cuanto aprecio les tengo,
lo que han hecho por mí,
pero no en palabras,
que el viento lleva por ahí,
mejor en acciones sensatas,
que hablarán solas,
lo que pretendo decir.
Serán las acciones buenas,
las que las mantendrá llenas,
del amor puro,
de la eterna fraternidad
una especie de tributo
a la querida amistad.
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2 comentarios:
Gracias por tu amistad pana.
AOG.
Increible, saber que tan profundo es tu corazon con esas palabras tan sensibles y bellas, espero contarme entre tus amigos.
un abrazo.
Elena
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