¿Con qué adornarás hoy,
el balcón de tu corazón?
Aquí estoy...
no lo dudes jamás.
A veces en silencio,
otras, con más ganas de charlar,
pero siempre para escuchar
lo que tu dulce voz
me quiera contar
Continuamente sigo adelante y adelante para aprender sobre mis propias limitaciones: las físicas, las psicológicas. Es una forma de vivir para mí
Ayrton Senna
En ese lenguaje tácito
que suele usar la vida,
leemos un poco tarde,
-mas tarde que temprano-
que llenamos nuestro tiempo
de demasiados “debería”
o… “podría”,
en un intento
de abarcarlo todo,
cual malabaristas de la vida.
De pronto la vida,
golpea, duro o suave,
pero golpea,
y nos muestra
que no siempre
se puede con todo,
que no conviene asumir
ese peligroso rol,
sin que ello signifique
derrota alguna.
Al contrario,
esta limitación humana,
es curiosamente
una liberación en sí,
cuando la descubrimos,
la asimilamos y la aceptamos.
Definitivamente,
no podemos con todo a la vez.
Nuestra humanidad finita,
nos debe, o debería,
llevar a trabajar en identificar
y priorizar lo esencial:
pilar, base y motor
de aquello que para nosotros
nos sostiene, motiva e inspira.
No podemos con todo a la vez,
entonces es necesario
soltar y enfocarse.
No toda la carga es necesaria,
no toda la carga es nuestra,
no todo lo que llevamos
es sano, bueno o necesario.
Necesitamos
un proceso deliberado (consciente)
de selección, dirección y sostenimiento
de recursos mentales y físicos
hacia un objetivo claro.
Con todo a la vez,
imposible,
más aún sin saber a dónde vamos,
y con una carga innecesaria.
Llegar a encontrar un propósito
que nos inspire,
es entender que no podemos
con todo a la vez.
¿Cuándo empezar?
Ahora,
palabra escrita siempre en presente.
Dejo en el camino,
el tiempo necesario
para escuchar tu voz,
tus palabras, tus mensajes
y tu corazón de oro
Trabajar para tener, y mantener,
el valor de hablar, de decir,
de conversar, de reflexionar...
de escuchar
Sentir ese viento
sentir lo que siento
en pleno camino
a la sensación brutal.
Allá donde el sol sale
allá donde la luna cae…
(Era Vulgar)
Muchos caminan solos,
pensando en que su tristeza es única.
Deben saber, que algo que nos es común,
es también, algún tipo y forma de tristeza o pena
Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad,
y es no resignarse
Ernesto Sábato
¿Es imposible hacer algo
contra aquella peligrosa inercia
que nos lleva a pensar
que nada puede cambiar,
porque ya es como es?
Nos acostumbranos,
con una facilidad increíble,
a diversas situaciones
y diversas condiciones.
Puede ser adaptación,
en unos casos
y resignación,
en otros.
Siempre desarrollando
la necesaria capacidad
de poder distinguir
entre adaptación
y resignación.
Los tiempos,
las circunstancias,
las condiciones,
las personas
y los entornos
cambian siempre,
por ello
adaptarse y saber hacerlo,
es fundamental.
Lo peligroso,
creo yo,
es resignarse a algo
que sabemos que está mal,
pero que declaramos
imposible de cambiar.
Lo que es peor,
nos convertimos
en parte de ese algo.
Asumir que la mediocridad,
es parte constitutiva de la política,
que la corrupción ganó la batalla,
que la violencia es la forma
de combatir la violencia.
Que hay verdades absolutas,
o absolutos diciendo verdades,
que el caos es inevitable;
es resignarse,
es acostumbrarse a algo,
que lo repiten muchos,
y que no por ello, está bien.
Acostumbrarse
al hecho de que para triunfar,
debes hablar mal
de todos los que hacen el bien.
Acostumbrarse
a irrespetar,
como norma para imponer
una forma de ser.
Acostumbrarse
al esfuerzo mínimo,
al rumor, al desorden,
a la envidia, a la violencia,
nos hará cada día
menos humanos.
Por lo tanto,
lo que menos podemos
es acostumbrarnos
a la mediocridad
y a lo que sabemos
que no está bien
y que no hace bien a la humanidad.
Sabiendo que esa humanidad
son: tu propia familia
o personas que no conocerás jamás.
Esta vida,
intensa, compleja,
retadora y agobiante,
es a la vez,
lo único que tienes
para ser,
lo que quieres ser
Es tan deliciosa
la oportunidad de dialogar,
sobre todo con una persona
con la que se puede hablar
La esperanza nunca muere,
es heredada por un corazón
dispuesto a darle cobijo,
amor, ternura y vida
Que llegue ese día,
que llegue ese encuentro,
que llegue el fin de lo pendiente.
Que dediquemos tiempo,
al necesario tiempo de hacer
lo que da vida, calor al alma
y sentido a la razón
Eres mi paz, mi fe y mi alegría.
Espero que algo de eso,
veas en mi...
(le decía en su mente, mientras la miraba vivir)
La competencia,
si la hubiera,
no era contra nadie de fuera...
la competencia era interna,
contra los propios miedos,
contra los propios malos pensamientos
No dejes de ser tu...
No dejes de ser
eso que construyes cada día,
eso que dudas, a veces,
eso que temes,
eso que necesitas ser
Escuchar es amar
De la película: Héctor y el secreto de la felicidad
Dice un filósofo,
que tal como va el mundo,
un arte que se necesita
y que se necesitará
con más y más fuerza,
será el de saber escuchar.
La escucha nos lleva
a un ejercicio personal:
dar importancia a los otros,
a lo que les sucede,
a lo que piensan,
a lo que necesitan compartir,
a lo que quieren compatir
y que muchas veces no pueden.
La escucha necesita tiempo,
que se supone es lo que no hay.
Si queremos escuchar,
aprender a escuchar,
si queremos saber escuchar,
debemos encontrar y guardar
eso que llamamos tiempo.
Saber escuchar,
nos permitirá
entender los diversos lenguajes
con los que habla la gente:
palabras, gestos, miradas,
silencios, gritos, ausencias.
Todo habla,
si se sabe escuchar.
Saber escuchar,
para pensar
el por qué escuchamos,
lo que creemos escuchar.
Saber escuchar,
como signo de amor,
de respeto, de tolerancia,
de interés, de preocupación,
de dignidad humana.
Saber escuchar,
no siempre para opinar.
La escucha sana,
la escucha alivia,
la escucha acompaña,
la escucha es puerto,
para el que necesita
que su voz, su dolor,
su sentimiento
tenga oídos,
llegue a alguien,
que sienta y valore
aquello que escucha,
aquello que contamos,
o aquello que callamos.
Saber escuchar,
saber escucharnos.
Aprender a escuchar,
aprender a escucharnos,
tareas imprescindibles
de los seres humanos.
Hay tiempo,
hay capacidad,
para saber escuchar.
Es cuestión de quererlo,
de proponérselo
y de hacerlo.
Cada día,
es una lección de vida.
A veces sencilla,
otras compleja,
pero siempre: lección de vida
El camino de la vida,
tiene formas diversas.
Piedras, obstáculos,
espacios de descanso,
o tramos peligrosos.
En ese mismo camino,
nos encontraremos con caminantes,
que ni caminan, ni quieren caminar,
que sufren porque camines,
que te critican por la forma de caminar,
o que ponen obstáculos en tu camino.
Desarrollar la destreza para seguir,
a pesar de los obstáculos,
es darte la oportunidad
para demostrarte a ti
y por ti, de lo que eres capaz
El diálogo con el infinito,
no solamente es para pedir
También lo es,
para compartir, reflexionar,
pausar y encontrar luz
en medio de la oscuridad
Es importante saber hablar,
tanto como saber escuchar.
La escucha nos permite
conocer y conocernos,
y con ello evitar vivir
solamente bajo nuestra percepción
Desde aquel susurro de vida,
desde que pronunciaste mi nombre,
desde el primer beso,
desde los primeros abrazos.
Y también, desde aquellos diálogos,
que buscaban poner orden
en las cosas que hacía
(o dejaba de hacer).
Desde siempre
y para siempre,
en tu día,
en tus días,
no existe la forma
de expresar lo que siento…
O, quizá si la hay,
cuando te digo
que estoy aquí contigo,
como lo has estado,
siempre.
Siempre,
cuenta conmigo,
en tu día,
en tus días
(cuenta conmigo)
Te extraño,
como no tienes idea.
El tiempo ha logrado,
hacer llevadero,
el vacío de tu ausencia
Cambiamos,
con el tiempo,
con la vida,
con los golpes,
con las alegrías.
Cambiamos,
y mientras lo hacemos,
el mundo también cambia.
Cambiamos,
a veces,
sin darnos cuenta.
No somos los mismos de antes,
ni lo seremos.
Cambiamos,
¿para bien?,
¿con o sin propósito?
¿con un fin, un sueño
y una esperanza?
Llevo siempre conmigo
un abrazo,
para cuando sea necesario.
Bueno...
la verdad es que llevo,
más de un abrazo,
porque son siempre necesarios
Ante todo es necesario cuidar del alma
si se quiere que la cabeza y el resto del cuerpo funcionen correctamente
Platón
Por lo general,
solemos desechar
aquellos alimentos
que se han dañado
y que pueden dañar
al resto de otros
que tenemos en casa.
Solemos preguntar,
cuando alguien llama a la puerta
y es común,
no dejar entrar
a quien se desconoce,
peor aún
si ese alguien representa
algún peligro
o algún riesgo para nosotros.
Tratamos de cuidar,
lo que ven, leen y escuchan
nuestros niños,
evitando con ello
que su inocencia
se vea afectada.
Algunos,
cuidan también,
lo que comen,
lo que beben,
así como sus horas de sueño,
y el ejercicio
que debe hacer su cuerpo.
Es decir,
el cuidarnos parece ser,
algo importante
y que está presente
en nuestros sentidos.
No sé si seamos tan cuidadosos,
al momento de dejar pasar
al lugar donde habitan,
nuestro espíritu, nuestro corazón,
nuestro cerebro y nuestra alma,
a visitantes peligrosos
disfrazados de información,
y que al final resultan ser
rumores, envidias, mala fe,
malas intensiones y figuras similares,
que trastocan nuestro equilibrio
y nos llevan a actuar sin sentido,
sin razón
y a dedicar tiempo
a lo innecesario.
Es necesario cuidar
el espíritu y el alma.
Que sean el equilibrio
que el cuerpo necesita,
que la vida demanda
y que los sueños requieren,
para vivir una vida plena,
sin que sea necesario
parecer lo que no somos,
hacer daño a las personas
y convertirnos en uno más
de aquellos contaminados
que quieren contaminar a otros.
Un nuevo día,
una nueva semana.
Un nuevo inicio,
hojas en blanco,
para escribir nuevos capítulos.
Que nadie te detenga,
en ese empeño
de escribir y construir tus días
Es verdad,
el insoportable sufrimiento,
nos convierte en pesimistas.
Pero... también es verdad,
que toda transformación,
así sea dolorosa,
(al igual que el sufrimiento)
nos lleva a convertirnos,
a ser otros:
la idea mejores, más sabios (porque sabremos más),
pero sobre todo: más humanos
El aprendizaje es a la vez:
doloroso y atemorizante,
alegre y desafiante,
complejo y sencillo,
eterno y específico
Abro mi maleta
y encuentro recuerdos y tiempos.
Hay también nostalgia,
y muchos anhelos.
Abro mi maleta
pensando cuándo volveré a llevarla,
a otro viaje,
a otros sueños
Un viaje puede ser,
la oportunidad de mirar
nuestro equipaje espiritual.
¿Qué llevo conmigo?
¿Qué debería dejar de llevar?
Los ruiseñores sólo se dedican a cantar para alegrarnos. No estropean los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar su corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar un ruiseñor
Harper Lee
¿Qué pasó
y en qué momento pasó?
¿Cuándo murieron,
cuándo fueron asesinados
aquellos valores,
aquellos elementos constitutivos
de aquello que llamamos convivencia?
La convivencia,
como el ruiseñor
nos entrega cantos y sentimientos
de paz, amor y comprensión.
La convivencia,
no destruye la diversidad,
no daña el corazón,
no promueve el individualismo.
La convivencia nos reta
al ejercicio humano
de cuidarnos unos a otros,
como una prioridad.
La convivencia nos convoca
a salvar al que grita
porque se ahoga,
y que espera ayuda
y no una clase de natación.
La convivencia
nos reta a extender la mano,
la mano abierta,
y no un puño cerrado,
que desprecia y golpea.
Por eso,
y por tantas cosas más,
hoy me pregunto
¿Qué pasó
y en qué momento pasó?
¿Cuándo murieron,
cuándo fueron asesinados
aquellos valores,
aquellos elementos constitutivos
de aquello que llamamos convivencia?
Una crisis,
no activa acciones solidarias,
humanas, resilientes, comprensivas.
Una crisis,
desata una histeria colectiva
que nos lleva a pensar en nostros,
y no en ellos.
Y qué decir de los gobiernos,
de los gobernantes, de los políticos,
de aquellos que tienen
la responsabillidad legal,
y también moral,
de preocuparse del bien común.
Olvidaron para lo que están,
y solamente están
para su beneficio personal.
La están matando a la convicencia,
así como han matado al ruiseñor,
así como han matado a la gente,
a la esperanza y a la ilusión.
Pero debemos saber,
que aquellos elementos
prácticas y valores
que constituyen la convivencia,
están en nuestro corazón.
Se activan automáticamente,
cuando los ponemos en práctica,
con nosotros mismos,
con los que amamos,
con los que desconocemos,
con los que aborrecemos,
con los que disentimos,
con la tierra donde vivimos.
Porque al final,
todos somos,
y debemos ser convivencia.
No la matemos por favor,
porque mataremos también,
nuestro propio corazón.