Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos
Eduardo Galeano
Es verdad,
que el hoy
no es igual al mañana,
y tampoco al ayer
Tienen nombres diferentes,
-esos días-
temperaturas y brillos
que cambian
con el clima.
Y aunque no son iguales,
a la vez,
pueden ser
monótonos,
repetitivos,
aburridos,
simples,
desabridos,
uno tras otro.
Esos días
(así vividos)
se cuentan,
por contar,
aunque no pase nada
y nos convenzamos
de que un milagro
(no nosotros)
cambiará el todo,
sin esfuerzo propio.
Nada nuevo pasará,
nada diferente,
nada importante,
nada errado,
si no intentamos
empezar algo.
Actuar,
comprometernos,
empezar,
empezar algo,
un año, un mes,
una semana… un día,
conscientes
de esa vida,
de nuestra vida.
Seremos
una suerte
de espectadores
que se quejan
de que las cosa no cambian,
mientras juzgan
a cada uno
de los que intentan
algo diferente,
un cambio,
una nueva forma de vida.
O, seremos
el ejercicio constante
de crear en nosotros
la capacidad necesaria
de vivir en los días
de nuestra existencia,
momentos,
instantes, segundos,
que nos recuerdan
lo fundamentales que somos
para nosotros mismos,
y para ese vivir
que incluye a otros.
Empezar
las veces que queramos,
las veces que sean necesarias,
porque no entramos al futuro,
lo creamos.
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