Aún recuerdo
a aquellos enamorados,
jurándose amor eterno,
en el portal de una calle,
por testigo el viento,
y por cómplice el tiempo.
Pasaron los años,
y la vida les devolvió el espacio
para construir el sueño
de vivir como enamorados.
Pasaron los años,
y aún siguen de la mano,
jurándose amor del bueno,
con besos y abrazos.
Aún recuerdo,
y me embarga la añoranza...
lo que supe del amor fue por ellos,
lo que aprendí de ellos: cultivar la esperanza.
Hoy que apetece
mirar el espacio que caminaron,
veo en sus ojos el amor eterno,
veo en el horizonte el amor verdadero.
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