Reza como si todo dependiera de Dios.
Trabaja como si todo dependiera de ti.
San Agustín
Ayer,
primero de mayo,
el calendario recordaba
un momento triste de la historia:
miles de obreros
fueron masacrados,
por el simple hecho
de pedir justicia,
de exigir derechos,
de pedir ser tratados
como seres humanos.
Fue a partir de esa matanza,
que el primero de mayo
se transforma en una fecha
que pretende recordar
a quienes con sus mentes y manos
construyen el mundo,
construyen la sociedad,
construyen el presente
y proyectan el futuro.
Ha sido siempre una fecha,
para exigir mejores condiciones de vida,
mejores oportunidades laborales,
tratos humanos y justos,
leyes respetuosas de los derechos laborales,
condiciones laborales razonables,
salarios dignos,
servicios de apoyo al trabajador,
y tantas cosas más.
Algunos derechos con el tiempo se logran y otorgan,
otros,
se confunden
en medio del discurso demagógico del poder
que endulza al trabajador con cantos de sirena
mientras elimina la estabilidad laboral,
mientras se toma por asalto la seguridad social.
Los derechos del trabajador,
son tan importantes como sus obligaciones,
pero son éstas últimas
las que pesan al momento de las decisiones:
te quedas o te vas,
no si sirves, sino si eres servilista.
El poder es astuto
y sabe que manipulando
a los representantes de los trabajadores
podrá recortar sus derechos
sin mayores objeciones.
Ten cuidado del gobierno
que se llena la boca
pontificando tus derechos
y tus bondades como trabajador,
porque es aquel
que menos estabilidad te ofrece,
y ningún futuro promete.
El día del trabajo,
el día del trabajador,
un espacio de reflexión
sobre el buen hacer,
sobre el servicio común,
sobre la responsabilidad ciudadana,
sobre la construcción social,
sobre el servicio al prójimo,
sobre el futuro de todos.
No es un día
de elogio al poder,
es un tributo a quienes
perdieron la vida
por darnos la oportunidad
de mejores días.
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