Escribo estas palabras, luego de participar del evento “Diálogo democrático: desafíos de la sociedad civil en las democracias modernas”, organizado por la Corporación Participación Ciudadana, una organización de la sociedad civil del Ecuador. La idea era reflexionar sobre varios temas de responsabilidad ciudadana, en torno a la recientemente creada: Red Pluralista de las Organizaciones de la Sociedad Civil.
Creo que ha sido una agradable y fructífera experiencia, en momentos en los que la participación ciudadana es cuestionada; en momentos en los que las organizaciones de la sociedad civil deben reflexionar sobre su rol en la democracia del país; en momentos en los que algunas organizaciones de la sociedad civil han sido cuestionadas por el Gobierno, en relación a sus reales intensiones de trabajo.
Digo que ha sido una experiencia fructífera, porque esa propia reflexión, ese espacio creado, hace muy bien a los ciudadanos y a sus diversas formas de organización civil. Porque es necesario preguntarnos ¿hasta dónde va nuestro compromiso con la sociedad a la que nos debemos?, ¿debemos seguir siendo meros espectadores o participar de acciones ciudadanas en beneficio de nuestra comunidad?.
Dos temas me permití dejar en la mesa de trabajo: diálogo y consenso social. Y los dejé acompañados de preguntas para la reflexión de todos: ¿sabemos qué es dialogar?, ¿sabemos qué es el diálogo social?, ¿estamos conscientes que el diálogo es el preámbulo del consenso?. ¿Hemos meditado sobre nuestras capacidades para organizar diálogos sociales que luego permitan consensos?. ¿Cuál es nuestra vocación hacia el diálogo social y nuestras acciones para coordinar un trabajo cooperativo con las diversas organizaciones de gobierno?.
La UNESCO ha planteado a la sociedad civil y a los gobiernos, cuatro pilares para la educación en el Siglo XXI, uno de ellos tiene que ver con el “aprender a vivir juntos”. Para que eso sea posible, debemos estar conscientes de que dialogar es primero y sobre todo, saber escuchar y que los procesos de diálogo y consenso social, requieren un compromiso serio de todos sus actores: sociedad civil, gobiernos y empresarios. Y, lo que es más complejo: todos trabajando para beneficio de futuras generaciones, porque el diálogo y el consenso social, son parte de un cambio educacional y cultural a largo plazo. Si es así el compromiso, trabajaremos en beneficio de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, sin quizá mirar aquel anhelado cambio social.
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