No empieces
por grandes obras,
no esperes
cambiar al mundo,
tu solo.
La tierra necesita
de todos nosotros,
a veces solos
otras muy juntos.
Convivir con la gente,
respetar el ambiente,
construir y no destruir,
requiere actitud permanente,
conciencia plena,
sensibilidad humana,
amor propio,
amor ajeno,
pensar en el prójimo,
amar la tierra
en la que has nacido,
o que te ha acogido.
No empieces
por grandes obras,
no esperes
cambiar el mundo,
tu solo,
limpia tu corazón,
cultiva los buenos deseos,
ordena tus sentimientos,
y luego has lo mismo
con tu casa,
con tu familia,
con tu barrio,
con tu ciudad,
con tu país,
con tu continente,
con tu mundo…
con el mundo.
Contagia a todos,
los deseos buenos,
las acciones positivas,
el respeto, la libertad,
la igualdad,
la fraternidad,
y poco a poco verás,
lo bien que la tierra se sentirá,
y su agradecimiento será:
seguirte brindando paz,
soles radiantes,
atardeceres impactantes,
agua fresca,
alimentos y frutas diversas,
aire para respirar
y caminos para andar,
pero sobre todo,
un sentimiento maternal,
que te hará vibrar
por toda la eternidad.
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