domingo, 30 de marzo de 2008

Sobre la Patria (Cartas a Santiago, mi hijo)


Vuelvo a escribirte,
quizá por el deseo
de formar en ti
sensibilidad permanente
y compromiso, no solo,
por tu bienestar personal
sino, por el de tu comunidad.

Vivimos tiempos complejos,
tras el saqueo a las arcas publicas
y a las ilusiones ciudadanas,
volvimos a creer
en el futuro incluyente,
y entramos como en el túnel del tiempo.

Tiempos complejos
en los que la Patria se debate,
una sombra que nos acompaña:
la corrupción galopante,
una maldición que nos sigue:
la de pedir solamente y no dar,
una enfermedad nos aqueja:
la ceguera que el poder produce,
una limitación nos impide dialogar:
la intolerancia general.

Y es que hijo mío,
divididos estamos,
ya sea por haber vivido una crisis,
ya sea por haber perdido confianza,
ya sea por no creer en nada y en nadie,
ya sea porque cansados estamos.
Al final,
por las razones que sean,
la Patria se ha resquebrajado,
y entonces cuando intentas
construir el futuro,
te encuentras,
con las piezas de un rompecabezas
que no coinciden,
que no se acoplan.
Algunos entonces
intentan pegarlas
aunque sea a la fuerza,
haciéndose presente
la violencia en la estructura.

Me siento como
si imantada estuviera
la brújula que nos guía,
y entonces nos perdemos
en discusiones vanas,
en análisis superfluos,
en acusaciones mediáticas,
adorando a falsos dioses,
escuchando a falsos profetas.

Miro el camino andado,
e intento recoger los pasos,
para entender donde nos equivocamos,
donde perdimos el sendero,
cuando nos quedamos ciegos.

Sobre la Patria te digo,
hijo mío,
que no hay responsables
del desastre, del saqueo,
del robo descarado,
del alza de los precios,
de la irresponsabilidad del servicio publico,
de los desamparados,
de los enfermos del cuerpo y del alma,
de los analfabetos de la letra y el espíritu.

Pero... todo esto te cuento
no para animarte a que te vayas,
a que abandones la Patria,
a que la dejes desamparada,
todo lo contrario,
deseo de corazón,
te unas a la cruzada
del futuro incluyente
del futuro responsable,
del futuro ordenado,
del futuro de todos.
Mas no hay futuro
si el presente
no se trabaja,
si el presente
no se talla,
no se pule,
no se desbasta,
de manera tal,
que las condiciones
sean idóneas
y no creamos en cuentos
y en hadas
que hablan que el cambio
esta solo en la palabra
que el futuro es una Carta Magna,
que solo una persona puede
cambiar el destino de la Patria,
como si del Mesías se tratara.

Por tanto hijo mío,
sobre la Patria debes,
analizar, pensar y actuar,
con visión personal y grupal,
despertar a quienes
adormitados se encuentran
y que creen
que el ejercicio ciudadano es votar
y que sea lo que Dios quiera.
Cuando lo que la Patria quiere
y necesita son hijos e hijas
deliberantes, pro positivos,
inquietos, animados,
críticos, solidarios,
tolerantes, trabajadores,
estudiosos,
en fin, personas en el sentido pleno de la palabra.

Ese es el presente,
ese es el futuro,
nada del cielo cae,
la oración no solo basta,
el pedido no solo cabe,
la palabra por si sola
no construye,
son las personas
como tu, como yo,
como todos,
los constructores de la oscuridad o la luz.
Las piedra del camino
las ponemos todos,
no unos cuantos,
con corresponsabilidad ciudadana
se asegura el futuro.

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