Mientras reanudaban el camino,
pasaron frente a un velorio.
Tras mirar la tristeza
en los rostros de la gente,
él pensó, que si bien la muerte
es una gran tragedia,
más triste es vivir
sin saber reír,
sin dar o sentir amor,
sin creer en los sueños,
sin creer en los humanos,
sin darse la oportunidad
de poder quererse
y reinventarse
cada vez que sea necesario.
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