Creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos,
ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven
José Saramago
Ensayo sobre la Ceguera
Me encontré,
sin pensarlo,
con una inesperada oscuridad,
que me confundió de pronto,
y mis ojos,
no pudieron transmitir
el camino a seguir.
La luz podría representar saber,
conocimiento, energía
y a la vez podría causar ceguera,
sequía, sobrecalentamiento,
fuego que calienta y fuego que quema.
La oscuridad, puede ser entendida
como tinieblas, temor, miedo,
desconocimiento, castigo. O,
reflexión, paz, descubrimiento,
oportunidad.
Oscuridad que atemoriza, oscuridad que llama.
Al final, esas palabras,
esas realidades no son buenas o malas.
A esas realidades
las acompañan unas circunstancias
que les dan el matiz, el color y el sabor
de amargo, triste, dulce o alegre.
Más allá de ello,
lo que me preocupa de verdad,
es una especie de ceguera
que nada tiene tiene que ver con los ojos.
Es una ceguera que afecta
al corazón, al cerebro…
al ser humano en su esencia.
Una ceguera consciente para unos,
y para otros: imperceptible.
Una ceguera que ilumina con daño,
o que es tan intensamente oscura,
que nos impide razonar, preguntar,
interpelar, cuestionar, pensar,
reflexionar, analizar, opinar
y actuar de forma tal
que nuestras acciones y hechos,
-errados o no-
sean resultado de esa ceguera,
y no de un ejercicio, de un despertar,
de un ponerse a pensar,
de un tomar conciencia,
y de un actuar consciente.
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