Llego al reino de la tristeza,
un lugar conocido,
al que vuelvo con frecuencia,
me siento a la mesa,
y bebo olvidos,
palabras de prisa
y algo de quejidos.
Llego al reino de la tristeza,
y ocupo mi sitio,
aquel que abandono,
jurando el olvido,
aquel al que vuelo,
con el corazón partido.
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