Olvidé mis propios consejos,
y dejé que se posara en mi alma,
la infaltable desesperanza…
Charlamos como viejos amigos,
pero luego decidimos,
que no era el momento,
de empezar nuestro idilio,
que quizá al final del camino,
ella se presentaría de nuevo,
a ofrecerme cobijo.
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