jueves, 10 de abril de 2008

Apagar la llama


La tradición cuenta
que desde hace años
la tierra entera
celebra unos juegos
que simbolizan paz
y unión entre los pueblos.

Los juegos nacieron para honrar,
para agradecer a los dioses,
para competir y luchar,
para la diversión de los hombres.

Luego… con el paso del tiempo
los juegos transformaron su fin,
eran momentos de reflexión,
y lo mejor era decidir
que era lo mejor para la población.

Entonces los juegos acogen
a todas las naciones,
a los mejores competidores,
que con espíritu olímpico
restaurado de la antigua Olimpia,
dan ejemplo a la Tierra entera,
de competencia leal,
de esfuerzo común,
de competir por un ideal
que no es el ganar
sino la superación personal.

Es conocido entonces
el interés que los juegos despiertan,
en todas las naciones,
pues son vitrina mundial
para el país sede
y todo su territorio nacional.

Han habido juegos
que la violencia afectó,
secuestros y muertes,
dopaje y engaño,
pero eso no ha afectado
a su espíritu llano,
a su convocatoria masiva,
a su respeto por lo humano.

Mas vemos ahora,
que los próximos juegos,
levantan polvo de la tierra,
pues su sede es fuente
de críticas y protestas,
por sus relaciones violentas,
con el Tibet
y las libertades plenas.
China es un coloso comercial,
pero coacciona la palabra,
la acción y la decisión,
impone, dispone de su gente,
y no rinde cuentas jamás.
Entonces ya que en vitrina se encuentra
la gente aprovecha para protestar
y no dentro de China,
sino a nivel mundial,
aprovechando el ligero paso
de la aquella llama olímpica
que recorre los pueblos
hasta llegar a su lugar.

La llama,
reflejo del espíritu olímpico
reflejo de lo puro,
de la igualdad,
del espíritu de fraternidad,
de la libertad en general,
del respeto y de la humanidad,
ha tenido que apagarse
para poder continuar,
ha tenido que apagarse
para dejar de iluminar,
como rechazo mundial
al irrespeto de los derechos
de toda una sociedad.

Y entonces si por ello
la llama se apaga,
también deberemos hacerlo
por las cosas que están mal,
por una mala justicia,
por una salud ausente,
por una educación mediocre,
por la desigualdad social,
por una autoridad indolente,
por una ley sin principios,
en fin… por la irresponsabilidad en general.

Si se pide un boicot a los juegos,
yo pido un boicot a la corrupción,
un voto de censura
una objeción de conciencia,
que de manifiesto ponga
que no somos encubridores o cómplices
de la irresponsable autoridad pública,
del especulador maldito,
del empresario indolente,
del trabajador engañoso,
¡No!, no podemos ni debemos
hacerle el juego a la vida vana,
el futuro con esfuerzo se construye
no con palabras bonitas,
o frases deslumbrantes,
o discursos vacíos,
o campañas infinitas.

Apagar la llama,
como simbólico acto
de que con nosotros no se juega,
de que de ellos,
no somos parte.

Encender la llama ¡si!,
para lo bello,
para lo que crecer el alma hace,
que la llama siempre
prendida sea,
y en el horizonte eterno
su luz ilumine a cualquiera.

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