jueves, 31 de mayo de 2007

La violenta muerte (a la memoria de jovenes inocentes asesinados brutalmente)


Como siempre la muerte de improviso llega,
como siempre la muerte a la puerta no llama,
como siempre la muerte es dolor y resentimiento,
como siempre, nos alarma, nos conmueve,
como siempre nos lleva a pedir: ¡nunca más!.

Y hablo hoy de la muerte violenta,
del asesinato vil,
del asesinato atroz y despiadado,
de aquel momento provocado,
por el asesino maldito
que oculto en la noche
se cobra la vida inocente.
De aquel asesino al asecho
que busca la propiedad
del bien ajeno.
¡Hay de quién se oponga!
su vida no vale nada,
su futuro poco importa,
su promesa de vida
en el olvido queda.

La muerte nos llegará a todos,
temprano o tarde,
tocará la puerta,
ojala llegue cuando
prevenidos estemos,
y si lo hace, que sea así
por la naturaleza
de la fragilidad humana,

Pero aquella violenta muerte,
provocada por armas,
alcohol, drogas, guerras,
asesinos, sicarios sin suerte,
el dolor consigo trae,
la acompaña el odio permanente,
el sentimiento de injusticia
y de poca suerte.

¿Por qué te cruzaste
en mi camino, asesino?
¿Qué te hice yo,
para que mi vida ciegues?
¿No tienes nada bueno
que en la vida hacer?
¡Ojala duermas tranquilo
hoy que ya no vivo,
que he dejado mi cuerpo,
que soy parte de tu olvido!.

La violenta muerte,
aparece dejando a su paso
el dolor profundo, como un ocaso,
ocaso de vida y de ilusión,
ocaso de esperanza
ocaso de amor.

Razones de peso,
al momento sobran
para pensar en el sabor
de la venganza plena,
de devolver a sol y sombra
el ojo por ojo,
hasta que la sangre llegue
a orillas del río del asesino oculto.

Y aunque la lógica esa
tenga sonido armónico,
no podemos siquiera
pensar que con sangre
el dolor del corazón se lave.
Nos encontramos eso sí,
con la lentitud de la ley,
con la capacidad escasa
de la policía y del juez,
con la desagregación familiar
que no permite controlar
la vida del joven,
que expuesto pasa,
cada día, cada noche,
a dejar su joven vida,
en las manos asesinas
de un desgraciado homicida.

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