“Somos sembradores
conscientes, repartimos diariamente millones de semillas a nuestro alrededor.
Que podamos escoger siempre las mejores, para que al recibir la dádiva de la
cosecha justa, tengamos siempre motivos para agradecer”
Og Mandino
Silencio…
las voces, los
ofrecimientos,
los velos rasgados,
las denuncias,
las burlas y las
amenazas,
temporalmente han
callado.
Y viene el silencio,
un silencio ordenado,
un silencio falso,
pero en fin silencio,
al que todos estamos
obligados,
menos el poder,
porque a él nadie lo
manda,
porque a él nadie lo
calla.
Silencio,
para escuchar la voz
interior,
para escuchar la
conciencia,
que la tenemos medio
muerta
producto del ego,
la ignorancia
y las ansiar del poder.
Silencio,
para valorar la palabra,
para pesar los hechos,
para encontrar la paz
suficiente,
y la tolerancia
adecuada,
que nos permita ver una
realidad
si maquillajes y
cuentos de hadas.
Silencio,
para escuchar otras
voces,
para escuchar al que
sufre,
al que ha sido víctima
del poder,
del mediocre con mala
fe.
Silencio,
para reflexionar,
sobre lo que fuimos,
sobre lo que somos,
sobre lo que vayamos a
ser.
Reflexión,
en torno a lo que somos
como ciudadanos,
en torno a lo hacemos o
dejamos de hacer,
para construir
democracia.
Reflexión para entender
que en nuestras manos
está el poder
de elegir el camino,
y entonces no cabe
luego,
los llantos y las
quejas,
porque con nuestras
manos
tallamos aquella figura
a la que hemos llamado:
presente y futuro.
Silencio y reflexión,
que en estos días habla
el corazón,
que es necesario
invitar también a la razón.
Que no nos tomen por
idiotas,
que nos respeten como
seres humanos
y también como
conciudadanos,
porque entre nosotros
no hay dioses,
ni caudillos, ni
mecenas.
Silencio y reflexión,
cierra tu boca,
abre tu mente,
invoca la tolerancia,
no basta que sueñes un
mundo mejor,
es necesario que participes,
hables y actúes.
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