El hombre cauto
jamás deplora el mal presente;
emplea el
presente en prevenir las aflicciones futuras.
William
Shakespeare
Como si fuera una batalla,
una guerra interminable,
la política declara,
tras el tiempo de elecciones
y el día de votaciones,
a los ganadores y a los perdedores.
Los ganadores sonrientes,
agradecen a los electores,
ratifican sus promesas,
miran el horizonte
con ojos de llanto y emoción.
Los perdedores,
reniegan el hecho,
aducen diversas razones,
incluso hablan de intromisiones
de entes y países lejanos.
En medio de ganadores y perdedores,
está un electorado,
que nuevamente tiene esperanza,
que nuevamente creyó en la promesa,
que espera cambios,
que espera beneficios,
que espera un futuro.
No hemos tenido un tiempo de silencio,
de meditar lo que ha pasado,
nos hemos lanzado al análisis de inmediato,
hemos sacado conclusiones,
unos felices de los que se van
y otros felices de los que llegan.
Y no alcanzamos a entender,
que los políticos pasan,
que deben pasar,
que cumplen un ciclo
y deben dejar el poder.
No alcanzamos a entender
que es el electorado,
que son los ciudadanos
los que tienen el poder de decidir,
pero no hay tiempo para ello,
estamos siempre
esperando la propuesta del político,
la decisión del político
para actuar o no actuar.
Me parece
que es un tiempo,
de llenarnos de prudencia,
de no alegrarnos de la desgracia
de aquellos a los que la historia
llama perdedores,
peor aún alegrarnos por los ganadores,
porque la historia nos enseña
que hay ciclos
donde los perdedores se convierten,
por votación del electorado en ganadores,
y los ganadores serán, en un tiempo, perdedores.
Prudencia,
para mirar al candidato ganador,
para analizar su comportamiento,
para meditar sus decisiones,
y el equipo que escoge para servir.
Prudencia,
para analizar el desempeño del ganador,
para comprender si cumple,
si dice la verdad.
Prudencia,
para mirar a los perdedores
y saber si asumen
su realidad pasajera,
para analizar si corrigen,
si mejoran,
si entienden el mensaje electoral.
Prudencia,
para mirarnos al espejo,
y reconocernos
como actores principales
en la vida del país.
En nuestras manos está,
en nuestra inteligencia está,
en nuestro esfuerzo está,
el ser un país libre,
en ser un país igualitario,
en ser un país fraternal,
en ser un lugar para vivir.
Prudencia,
porque esta historia
jamás termina,
terminará nuestro tiempo en ella,
pero ella sigue y sigue,
y si somos prudentes,
si leemos su camino,
quizá entendamos el poder
que en nuestras manos tenemos
para hacer de nuestro tiempo
el mejor para el prójimo.
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