Somos de una ciudad
cargada de paciencia, que no conoce el sueño de los invernaderos, ni ha vivido
la extraña presencia del amor.
Luís García Montero
Ayer,
justo ayer, sí,
celebraba su
aniversario,
una gran ciudad,
una ciudad puerto,
una ciudad destino,
una ciudad grande,
una ciudad que crece,
una ciudad que se
engrandece,
una ciudad diferente.
Ayer también,
en mérito a la
celebración,
políticos locales,
y políticos nacionales,
se hacían eco de sus
acciones,
de sus trabajos,
de sus obras,
de sus proyecciones.
Ayer miraba,
las obras que tanto el
alcalde,
como el gobierno
nacional,
habían realizado,
e iban a realizar por
esa ciudad.
Ayer, anteayer,
hoy y mañana,
seguiré pensando,
¿por qué eso no pasa
por nuestra ciudad?,
¿por qué las
autoridades no compiten
por hacerla mejor,
más habitable,
más linda,
más limpia,
más ordenada,
más ciudad?.
¿Qué hace falta,
para que las
autoridades
de elección popular,
se pongan a trabajar
por esta pequeña gran
ciudad?,
¿Por qué nuestra suerte
ha sido tan poca,
haciendo de la ciudad
de Loja
la ciudad abandonada?,
sometida a una pugna
desgraciada
que ha derivado en
hechos
y consecuencias
hoy a la vista de
todos:
desorden, obras a
medias,
ausencia de obras,
habitantes molestos,
habitantes
desorganizados,
habitantes desordenados.
Por la ciudad,
es por quien hay que
trabajar,
es por la ciudad,
porque ella es cuna,
porque ella es madre,
porque ella es
inspiración,
porque ella es fuente,
porque en ella nacerán
y ha nacido,
la gente que amamos
la gente que amaremos.
Por la ciudad,
porque se lo merece,
porque lo necesita,
porque de lo contrario
parecería
que cuando cantamos:
Somos hijos de Loja, y debemos
procurarle continuo adelanto;
que no cese el cantar sacrosanto
del trabajo, que es vida y honor.
Fomentemos las artes, la industria;
el saber tenga aquí su morada;
y la frente en sudor empapada,
sólo sepa inclinarse ante Dios.
Lo hacemos solamente
por cantar y no por
actuar.
¿Qué tipo de hijo eres
de esta ciudad que te
acoge
como una madre?.
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