Se dice que el
enamorado no ve, porque la pasión le ciega; yo afirmo que los indiferentes son
los que no ven, porque les ciega la indiferencia
Ángel Ganivet
Hace poco el Papa Francisco
haciendo a un lado
las visitas y los actos
protocolarios,
decidió viajar a una isla,
a un lugar simbólico,
donde desembarcan cada día
decenas de desplazados,
decenas de indocumentados,
seres humanos que huyen
de lo que un día fue su tierra,
para buscar mejores días,
huyendo de su África querida
a una Europa que esperan los
acoja.
El simbolismo del acto
es un tema de reflexión,
porque en ese lugar
este hombre de Dios,
denunció al mundo
la deformación de globalización:
la globalización de la
indiferencia.
Nos dijo que:
"Miramos al hermano medio muerto al lado del camino,
tal vez pensamos 'pobre hombre' y continuamos nuestro
camino".
La indiferencia está presente
en el político en el poder,
que construye su propia agenda de vida,
su propia fortuna,
su propio presente,
su propio futuro.
Que olvida que en el poder,
él está para servir,
que el dinero que financia sus obras
es el dinero de todos,
son los impuestos de todos.
Que olvida que si siembra odios,
cosechará tempestades.
La indiferencia está presente
en el día a día de la gente:
nos golpeamos el pecho
por los pobres y los mendigos,
pero hasta ahí llega la pena,
porque quienes pueden,
no generan más fuentes de trabajo,
no comparten su mesa,
no alivian la pena.
La indiferencia está presente
cuando llegamos a pensar
que los problemas de otros
para nada son los nuestros,
no nos afectan y no nos afectarán.
Cuando son los familiares,
los vecinos, los amigos,
los conciudadanos los que sufren
por algo que les afecta,
y no hacemos nada
pasamos de lado,
nos golpeamos el pecho,
decimos “Dios Mío que pena”,
pero para nada,
ponemos el hombro,
damos la mano.
Y no hablamos de dinero,
hablamos de solidaridad,
de tiempo de fraternidad,
de escuchar el dolor ajeno,
de brindar una palabra de aliento,
de decirnos que no debemos callar
ante la injusticia y la corrupción.
La indiferencia está aquí,
y piensa quedarse de largo
porque los ciudadanos
así lo queremos,
al menos no decimos nada en contrario.
Hace poco,
una familia lojana
enfrentó una desgracia en su negocio,
y no faltaron los comentarios y las burlas
el rumor desgraciado
y la ironía desalmada,
que en momentos de dolor
se presentaron con mayor fuerza.
La indiferencia,
nos hace pensar
que no es con nosotros la cosa.
Familias que no tienen hogar,
ciudades descuidadas,
ciudadanos descomedidos e indolentes,
políticos corruptos y desalmados,
personas sin trabajo,
fondos públicos si control,
derechos humanos sin aplicación.
Todos estos elementos,
y quizá muchos más,
se hacen fuertes y crecen
gracias a la globalización de la indiferencia.
¿Qué harás cuándo seas tú el que sufre?,
¿cuándo el destino llegue a ti con dolor?,
¿pedirás atención, solidaridad y fraternidad?,
¿qué has hecho pro tu prójimo en tu vida?.
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