Vive como si nunca fueras a morir
y morirás como si nunca hubieras vivido
Este día no hay quejas,
quizá alguna molestia,
pero que se puede callar.
Han pasado los días,
que el calendario dispone,
deban pasar,
y muere el viejo año,
y nace de inmediato,
uno nuevo,
listo para estrenar.
Este día por tanto,
no hay reclamos,
si son necesarios,
ya vendrán solos,
cuando deban venir.
Este día es mejor,
hablar –quizá-
no del pasado,
que no lo podemos cambiar,
sino de presente,
que pueda influir
sobre el futuro,
un futuro incierto,
sobre el que podemos
decir y hacer tanto.
Este día,
a manera de testamento,
el año que termina nos deja
la oportunidad cierta,
de intentar no repetir,
los errores que nos hagan sufrir.
El año viejo nos deja,
una nueva oportunidad,
para poder perdonar,
si antes no lo hicimos.
Para poder amar,
y demostrarlo con acciones.
Para poder cambiar,
lo que nos desagrada,
de nosotros y de la vida.
Para poder abrazar,
y no arrepentirnos luego,
de no haberlo hecho.
El año nuevo,
huele a fresco,
a pizarra vacía,
a cuaderno por estrenar,
a inocencia y alegría,
a oportunidad y a vida.
El año nuevo,
es un buen momento,
de intentar cada día,
ser personas,
ser mejores personas,
aceptar los errores,
los propios y los ajenos,
y ser verdadero ejemplo,
de obrar inspirados
en lo más sublime,
en lo más grande,
que nuestro corazón conozca.
que nuestro corazón evoca.
El año viejo termina,
y me quedo,
no con sus días tristes,
-que fueron muchos-
sino con aquellos,
que dejaron en mi,
una mínima enseñanza,
para poder vivir,
y no morir en el intento.
Es verdad…
cuántas caídas,
cuántos errores,
pero si no fuera por ellos,
la vida, no sería vida,
y este transitar por el mundo,
no tendría sentido.
Año viejo gracias,
por las alegrías y las desgracias.
Año nuevo,
contigo, recién empieza el trayecto,
contigo -espero
caminar cada vez más,
hacia mi soñado proyecto.
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