sábado, 17 de abril de 2010

Sobre el educador, el maestro: cartas a Santiago, mi hijo

Hay dos tipos de educación,
la que te enseña a ganarte la vida
y la que te enseña a vivir.
Antony de Melo


Es costumbre hijo mío,
que las sociedades reconozcamos
en fechas especiales
a instituciones, funciones o hechos
que queremos resaltar
y poner como ejemplo.

Hace pocos días,
el calendario nos traía el recuerdo
del día del maestro,
y entonces las celebraciones
giraban en torno
de los profesores nuestros,
de cualquier nivel educacional,
de cualquier institución,
de cualquier tiempo,
de cualquier promoción.

Día que recuerda
la delicada función del maestro,
su precaria situación,
su denodada labor,
la escasa valoración que se tiene
de su magisterio.
Pero…
todos los homenajes,
todos los lamentos,
giraban en torno
a la imagen del maestro
que está en el aula.

Poco nos acordamos
de que de una u otra forma,
todos, en los diferentes momentos
de nuestra vida corta
somos maestros, somos educadores,
de la buena o la mala educación.

Poco nos acordamos
de que nuestro ejemplo,
de que nuestras acciones
son imitadas por aquellas generaciones
que vienen tras nuestro.

Que lo que hagamos
o dejemos de hacer
frente a las injusticias de la vida,
frente al mal gobierno,
frente a la deshumanización de la vida,
son enseñanzas para quienes nos miran.

Entonces,
solo entonces,
cuando reparemos en ello hijo mío,
caeremos en cuenta
de que no solo el maestro del aula,
aquel que dicta clase,
es el único que enseña
y al único que hay que pedirle cuentas.

Las cuentas las debemos todos,
lo que vivimos hoy
es la cosecha de la siembra,
buena o mala,
que hicimos en el pasado,
que esta factura,
no tiene que ser una sorpresa,
que no rasguemos nuestras vestiduras,
como si no fuésemos responsables
de alguna manera
de lo que hoy nos pasa
de lo que hoy pasa.

Y…
para terminar estas ideas,
hijo mío…
decirte también quisiera
que en tu función de aprendiz,
respeto debes a tu maestro
sea tu padre, sea tu amigo,
sea el que fuere
y que lo bueno te compartiere.
Pero se crítico e ignora
al que mal enseña,
al que enseña lo malo,
al que te dice una cosa
y hace otra,
al falso maestro,
que en esta vida abunda.

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