Cuando digas adiós,
hazlo a tiempo,
no esperes ni medites,
solo hazlo.
Cuando digas adiós
no tienes que meditarlo
solo actuar,
pues el tiempo
es el peor enemigo
adormece los sentidos
y hace del dolor un amigo.
Cuando digas adiós,
o cuando al menos,
pienses decirlo,
hazlo sin medirlo.
Quizá,
si no lo haces,
si te arrepientes,
será tarde para decirlo,
la vida habrá pasado
y seguirás así
con ese adiós en el olvido...
Y lo que es peor
con ese adiós en la garganta
sin poder decirlo.
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