La nostalgia, como siempre,
había borrado los malos recuerdos y magnificado los buenos
Gabriel García Márquez
Sentados a la mesa,
fue como los recuerdos,
empezaron a llegar.
Cada uno aportaba,
su propia lectura,
su propia vivencia,
su propio recuerdo,
de un algo,
que en algún momento,
lo vivieron todos.
Risas, nostalgias,
llantos y algunos suspiros,
fueron provocados por ellos,
por los recuerdos.
Lo que se vivió de niños,
con la familia, con los amigos.
Lo que se vivió al crecer,
al descubrir nuevas emociones.
nuevas personas, nuevos sentimientos.
Somos al final,
la suma de recuerdos,
no siempre buenos,
no siempre agradables,
pero recuerdos que están,
y que de alguna manera
son el antes
de lo que hoy somos,
de lo que hoy soy.
Quien logra
que esos recuerdos
lo acompañen sin culpa,
sin miedo, sin dolor,
si sentirse atado
a un pasado,
podrá o puede caminar
construyendo nuevos momentos,
nuevos tiempos,
nuevos recuerdos.
Quien vive atado,
a los recuerdos,
sin dejarlos descansar,
vive en la prisión mental
del por qué ese pasado fue,
e hizo lo que hizo,
y no hay nada más que hacer.
El ejercicio, creo yo,
será llenar el corazón,
de aquellos recuerdos
que dan sentido y motivo,
para ser lo que somos
y lo que queremos ser.
Es verdad,
de esos recuerdos,
es imposible evitar
el dolor de no poderlos revivir,
porque el tiempo no lo permite,
o porque quienes estuvieron
ya no están aquí.
De los recuerdos malos,
o de los recuerdos que no son buenos,
aprendizaje para evitar que se repitan,
y dejarlos descansar
porque en nuestro corazón, no deben estar.
5 comentarios:
Excelente!
En definitiva, hay recuerdos buenos, no tan buenos y también malos. Pero además hay recuerdos sin clasificar, de aquello que no pasó y que no obstante viven con absoluta añoranza.
Los recuerdos a veces nos hacen reír y otras veces nos hacen llorar y suspirar, cada uno de nosotros guardamos un pedacito de esa memoria de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que seguimos siendo.
Desprender la emoción de los hechos es un ejercicio consciente y complejo, pero q vale la pena con los malos recuerdos, a ellos, no llevarnos en nuestra maleta hacia el futuro.
Nostalgia pero al mismo tiempo alegría de aquellas gratas conversaciones que manteníamos con mis padres y hermanos en el almuerzo y Cena. Y era más gratificante cuando en vacaciones regresaban mis cuatro hermanos mayores, tertulias interminables.
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