Cuida bien este tesoro dentro de ti mismo: la bondad. Saber cómo dar sin dudarlo, cómo perder sin arrepentimiento, cómo ganar sin mezquindad
George Sand
En tiempos de manipulación,
ignorancia y desinformación,
poco (o casi nada)
de lo verdaderamente importante
es visible a nuestros ojos,
a nuestro análisis
a nuestra apreciación,
incluso a nuestro gozo.
Las circunstancias llevan
a personas y a sociedades,
a adoptar un formato de islas.
Lejanos,
desconfiados,
delirantes,
necesitados
y quizá frustrados,
caminan y viven
porque ese mundo está dañado
y nadie lo puede componer.
Mientras a su alrededor
las voces de quienes dicen
representar al poder
repiten, una y otra vez,
que la culpa es del otro,
que solo hay una clase de gente
que puede salvar a la gente
de lo que le hizo la otra gente,
a quienes, por supuesto,
hay que odiar,
culpar y aborrecer
sin medida alguna.
Pisoteada así,
la bondad y otros placeres
de la condición humana,
pierden sentido la empatía,
la compasión,
la paciencia,
la generosidad,
la tolerancia,
y la gratitud.
Esa vida así,
lejana al respeto,
a la consideración
y a la benevolencia
es la réplica de un ejemplo
que se valida con el tiempo,
donde se mal entiende a la bondad
como sinónimo de debilidad.
Y digo más,
se llega a pensar
que una sociedad bondadosa
o que las personas bondadosas,
son blandas o permisivas,
y carentes de libertad.
Ay, si supiéramos,
(entendiéramos y practicáramos)
como dijo Sábato,
que, en la bondad
se encierran todos los géneros de sabiduría,
no estaríamos buscando
en discursos vacíos
cargados de mala fe
y en liderazgos malvados
e inhumanos,
las claves para construir
y reconstruir
un futuro y un presente
tan digno
como dignos son
todos aquellos que pueblan el mundo,
más allá de sus condiciones,
fortalezas y debilidades.
1 comentario:
Sabio análisis Roberto , es la amargura lo que hace que el ser humano se vuelva hostil, y desconfiado. , la bondad nos hace flexibles capaz de superar los miedos, , gracias por sus valiosas enseñanzas.
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