No puedes hacer una
revolución para tener la democracia.
Debes tener la
democracia para hacer una revolución.
Gilbert Keith
Chesterton
Está en boca de todos,
de los que son y no son demócratas,
y asumimos sin más análisis,
que vivimos en democracia,
que la población ostenta el poder
a través de sus representantes,
que hay una capacidad colectiva
de tomar decisiones para beneficio de todos,
pues se supone que eso es democracia.
Como decía,
hablamos de democracia,
y de demócratas,
y seguros estamos de ello,
convencidos estamos de vivir
en un sistema democrático.
La democracia,
como forma de gobierno,
de organización política y social,
implica algunas características:
Por ejemplo, una Carta Magna o Constitución,
que marca las pautas de la organización del Estado,
de los límites el gobierno,
los límites del ejercicio del poder
y de los principios de alternancia electoral,
salud, educación y derechos humanos.
Una constitución que consagra un Estado de derecho,
con deberes u obligaciones para todos.
La democracia,
implica la existencia
de un sistema electoral
que garantice la alterabilidad.
Que los ciudadanos,
tengan la capacidad de elegir
y de ser elegidos,
y que en función de ello,
también tengan la obligación
de rendir cuentas de ese ejercicio,
y del uso del dinero público
que ha servido para tal fin.
La democracia,
implica una estricta división de poderes,
como principio fundamental
de equilibrio en la gestión del Estado.
Esos poderes deben ser independientes
en su naturaleza, en su constitución,
en su ejercicio.
Podrán ser interdependientes,
en la búsqueda del bien común
de los ciudadanos.
La democracia,
implica el respeto y protección a la libertad
como principio universal de convivencia.
Ciudadanos que puedan pensar,
y expresar libremente su pensamiento.
Ciudadanos que puedan pensar,
y manifestar sus ideas
a favor o en contra del ejercicio
de un gobierno que temporalmente
ha recibido el mandato de gobernar
y trabajar por el bien del país.
Ciudadanos que tengan la capacidad de organizarse,
de trabajar juntos,
fijándose objetivos comunes de bienestar.
Ciudadanos que puedan reunirse,
sin ser tildados de conspiradores.
La democracia,
implica también,
irrestricto respeto a los derechos humanos,
como requisito sine qua non,
para su existencia.
Y cuando decimos derechos humanos,
hablados de temas tan básicos y fundamentales,
como el derecho a la vida, a la educación digna e inclusiva,
el derecho a la propiedad, a la vivencia,
a la libre asociación,
al libre tránsito, al debido proceso,
a la seguridad, a la libertad de pensamiento.
En fin,
la democracia, como concepto,
implica una suma de derechos,
y también una suma de obligaciones.
Quizá la principal,
la principal de las obligaciones,
sea la de ser ciudadanos demócratas,
no solamente de palabras,
sino también de obra.
Ciudadanos demócratas,
que son conscientes de a quien votan,
de a quien eligen,
de a quien no eligen.
Ciudadanos demócratas,
que analizan la información
y las propuestas, del gobierno y la oposición.
Ciudadanos demócratas,
que saben defender sus derechos,
aún a costa de sus propias libertades.
Ciudadanos demócratas,
que piensan como tal,
y lo que es más,
viven como tal.
Un ejercicio complejo,
el de la convivencia en democracia.
Porque exige más el dar,
que el recibir.
Pero que a la vez,
comporta el trabajar,
por el bien de todos,
el bien común,
que es también,
el bien personal.
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