Sin lugar a dudas, es importante desarrollar la mente de los hijos.
No obstante el regalo más valioso que se les puede dar,
es desarrollarles la conciencia.
John Gay
Leí hace poco
la reflexión de un amigo
acerca de la conciencia,
y la utilidad que de ella
hacemos para nuestra existencia.
Quien es capaz de ingresar
al sagrado espacio de su conciencia
ha dado un gran paso
en su vida,
aunque no suficiente.
Es ya un gran paso
el caminar hacia la propia conciencia.
Lo que pasa es que la conciencia
es el libro de la moral,
es el testigo que no calla,
la voz amiga que te dice las cosas
sin guardarse nada
porque no tiene miedo a callar
porque no tiene miedo
a decirte que estás equivocado
que no haces bien,
o que lo haces bien,
pero por el gusto de ayudarte,
por nada más,
porque la conciencia
es parte integral de ti
como persona
como ser humano.
Porque la conciencia es,
a la vez, testigo, fiscal y juez,
porque como dijo el poeta
la conciencia
hace que nos
descubramos,
que nos denunciemos
o nos acusemos a
nosotros mismos,
y a falta de testigos
declara contra nosotros.
Por todo esto,
y por mucho más,
es difícil entrar en la conciencia,
y hablar con ella,
o que ella hable contigo,
porque no habrá mas testigo
que la verdad sin tapujos,
y no siempre la verdad
suele ser agradable
a los ojos de nuestra vida
que solemos disfrazar
nuestras faltas y errores,
con elementos falsos
de una supuesta tolerancia
que adormece la realidad
que la conciencia rechaza.
Solo con tu conciencia,
descubres un diálogo
que desnuda tu realidad,
tu pasado, tu presente,
y aquel futuro que esperas
sea bueno de verdad.
Solo con tu conciencia,
no puedes engañar
ni tu vida ni tu realidad,
ni tus pensamientos
peor aún tus deseos.
Por eso no es fácil
entrar a la propia conciencia
porque quizá sabemos
que estamos en contradicción con ella
y ese, es el peor estado
de la condición humana.
Solo con tu conciencia,
sabes que nada de lo que dice el mundo,
será verdad si con ella no lo hablas,
si con ella no lo reflexionas,
si con ella no lo conversas.
Pero cuán difícil,
es tomar la decisión
de entrar en la conciencia
de mirarla a los ojos
de hablar con ella,
de escucharla,
de escuchar su opinión,
de escuchar su apoyo,
de escuchar su reproche.
Solo con tu conciencia,
ojalá que cuando entres en ella,
tengas la fuerza suficiente
de saberla escuchar y charlar.
Porque pocos lo pueden hacer,
es más,
la gran mayoría,
no sabe que la tiene…
o no lo quiere saber.
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