La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
Miguel de Cervantes Saavedra
Día de conmemoración,
de conmemoración de la ciudad.
La palabra “libertad”,
y la palabra “independencia”
se escucharán
en todos los discursos.
Habrá alabanzas
a los héroes de la historia,
de la historia de la libertad,
de la independencia,
de una fecha que marcó,
y debería marcar
mundos y ciudades diferentes.
Se suponía que seríamos
libres e independientes.
Libres para soñar
días mejores,
mejores presentes,
mejores futuros.
Independientes
para poder actuar,
para poder decidir,
para poder escoger,
los mejores caminos,
por donde transitar
nuestros destinos.
Tengo la impresión,
de que lo menos que podemos celebrar,
en esta fecha coloquial,
es la libertad o la independencia,
porque dominada está la ciudad,
de la política de la indiferencia,
del ejercicio de la irresponsabilidad,
del dejar hacer, dejar pasar,
del “tomo nota” para no hacer nada,
del “conmigo no es”,
o del “no podemos hacer nada”.
Tengo la impresión,
de que en lugar de celebrar,
deberíamos pedirle perdón a la ciudad,
por haberle hecho lo que le hemos hecho,
los electores por elegir a quien hemos elegido,
y los elegidos por no hacer lo prometido.
Lo que es peor,
no hay una luz al final del camino,
aquello que parece luz,
es una hoguera
donde se queman día a día,
las ilusiones y las alegrías,
donde se sacrifican,
la intensiones buenas y las buenas ideas,
donde se quema,
el sentido común
y la razón del corazón.
No hablen del libertad,
peor aún del independencia,
quienes aún no se han liberado,
quienes aún no se han independizado,
de sus propias cadenas,
que los atan a falsos dioses,
a falsos ídolos de barro.
No podemos celebrar la independencia,
cuando nuestra libertad no es verdadera,
cuando la ciudad no encuentra,
un camino real para caminar,
cuando se enfrentan,
los intereses de una clase,
y se olvidan los intereses de todos,
de todos los ciudadanos.
No podemos celebrar la independencia,
cuando la ciudad está presa,
cuando no progresa,
cuando las pugnas,
los insultos y las agresiones
de quienes ganaron las elecciones,
impiden trabajar por la ciudad,
y dividen a los ciudadanos,
y alejan esa idea
que tuvo el movimiento libertario,
un pueblo que trabaja,
un pueblo que se prepara,
un pueblo que sueña,
un pueblo que ama,
ese último rincón del mundo,
que ha sido inspiración,
de un cultura libertaria,
de unas artes educadoras,
de aquella tierra,
la más linda de la tierra.
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