Vivir no es sólo existir,
sino existir y crear,
saber gozar y sufrir
y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir.
Gregorio Marañón
Hijo mío,
leía hace poco,
una frase de un científico,
que me hizo reflexionar
sobre la vida,
sobre el sentido de nuestra existencia…
Es verdad,
me podrás decir,
que hay muchos pensadores,
filósofos y predicadores,
que ha dicho y dicen cosas en ese sentido,
incluido por supuesto al mismo Jesucristo,
pero me quedo por hoy,
con ese pensamiento,
que nos dice
que la vida es muy peligrosa.
No por las personas que hacen el mal,
sino por las que se sientan a ver lo que pasa.
Albert Einstein,
el científico del que te hablo,
seguramente,
-así lo tomo yo-
se refería a aquellos,
que “viven la vida por vivir”,
sin ilusión alguna,
sin sueños de nada,
sino el simple acto de abrir los ojos en la mañana,
cumplir la “obligación” de trabajar,
tener una familia porque eso es lo “normal”,
y esperar la noche para descansar.
Quizá ese sea,
el peor mal de nuestra sociedad,
sentarse a mirar,
como pasa la vida,
como se toman las decisiones,
como pocos deciden,
el futuro de muchos.
Sentarse a mirar,
como se matan a las personas,
a los sueños y a las ilusiones,
a los derechos humanos,
y a los humanos sin derechos.
Sentarse a mirar,
y solo esperar,
el fin de los días,
sin animarse a actuar,
sin decidir abrir la boca,
para decir lo que se opina,
lo que se cree,
lo que se piensa,
con el temor a equivocarse,
con el temor a ser acusado
de irreverente,
por el “pecado”
de pensar diferente.
No podemos hijo mío,
sentarnos a mirar
pasar la vida sin más,
estamos aquí para vivir,
y vivir significa protagonizar,
actuar, tomar partido,
opinar, pensar, discutir,
proponer, construir,
sumar, soñar días mejores,
y estar despiertos en su construcción.
No podemos hijo mío,
declararnos derrotados,
sin antes haber luchado.
No podemos entregar el poder
a unos cuantos improvisados,
que no saben qué hacer con él,
o quizá lo que si saben,
es abusar de su poder.
Estamos aquí para vivir hijo mío,
y ello implica,
asumir los retos de la ciudadanía,
asumir unos valores ciudadanos,
que quizá se han olvidado,
que quizá hemos dejado de lado.
Estamos aquí para vivir hijo mío,
y ello significa,
preocuparnos por el prójimo,
renunciar a deseos propios,
y trabajar y luchar por los de todos,
sobre todo por aquellos
que benefician al colectivo,
que hacen a la persona humana,
que la dignifican,
que la promueven,
que la alientan,
que le dan esperanza de vivir,
de trabajar y de amar,
de levantarse cada día,
y trabajar por mejores días,
por un mundo mejor,
pero no en palabras,
sino en obras, en acciones,
que primero son personales
y luego colectivas.
Estás aquí para vivir,
no para ver pasar la vida hijo mío,
sino para ser protagonista en ella,
desde el lugar donde te encuentres,
y con la gente que te rodee.
Protagonista de tu propia vida,
y protagonista de la vida,
de tu comunidad y la sociedad.
No te dejes llevar,
por aquellos que te piden que te sientes,
que aceptes las cosas como vienen,
y que los dejes hacer de tu vida…
lo que ellos quieren.
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