jueves, 11 de octubre de 2007
Cartas a Santiago, mi hijo
Hijo Mío:
Construir la democracia,
es formar para la noviolencia,
es quitar la violencia de la vida diaria,
es acabar con la violencia que nos domina,
una violencia que está presente día a día.
Y me dirás, ¿pero cómo si aún soy niño?,
es cierto… pero desde pequeño,
debes preparar tu corazón para el bien
y las buenas costumbres de vida,
debes estar listo para reconocer
la injusticia y la violencia
que nos envuelve día a día.
Por desgracia hasta ahora,
los ejemplos de democracia
servicio público, responsabilidad
y representación electoral,
han estado en manos equivocadas,
los ejemplos no son los mejores,
pero tienes en la historia,
mujeres y hombres,
que nos han sabido,
dejar buenas lecciones.
En nuestra historia,
en la del Ecuador profundo,
gente que hizo y hace historia,
no en la primera plana
de algún periódico,
ni en declaraciones
a la prensa escrita o radial,
hacen historia siendo
gente de verdad.
Por ello te animo Santiago,
a que cuando puedas,
te unas a la noviolencia,
pienses en ella como
una forma de vida,
Es y son momentos,
de hacer frente a la miseria política,
al enfermizo ejercicio del poder,
al abuso y al robo descarado,
pero hay que hacerlo
con inteligencia plena,
no puedes caer en sus redes perpetuas.
Debes estar vigilante,
y saber responder a la vida,
jamás con violencia,
sí con fuerza y energía,
que se transforme en acciones
que venzan, de una vez por todas,
a la justicia lenta y mezquina,
a la educación sin sentido,
sin guía ninguna.
Hay que hacer frente
a la violencia que por debajo
carcome corazones y almas,
que impide a la gente,
sus males curarlas.
La violencia dijo Gandhi,
es el miedo a los ideales de los demás,
por ello debes tener ideales,
debes trabajar en ellos,
debes hacerlos crecer,
debes hacerlos realidad,
solo de esa forma podrás,
vencer la violencia
que tu corazón acechará.
Los que han promovido
los cambios violentos,
nos han dejado una democracia
sumida en la violencia,
de palabra y de obra,
y esa diabólica hija,
pasa factura a sus padres,
dejándolos solos,
sumidos en el olvido.
Los cambios,
en tu vida,
en la vida de los demás,
en tu ciudad,
en tu país,
en el mundo,
deben ser noviolentos,
deben ser pensados,
analizados y sopesados,
que no pasen factura luego,
que no afecten al prójimo,
que no provoquen sonrojo.
Un ejercicio complejo,
lo sé,
hasta el punto de no saber,
si lo podré hacer,
toda la vida,
todos los días de la vida,
pero eso es lo que hay,
la verdad es sencilla,
lo complejo es vivirla
y compartirla si más ni más.
Y si por el camino de la vida,
te encuentras a la violencia,
de la mano de la injusticia,
la mentira y la corrupción,
no reacciones,
como esperan que lo hagas,
no cometas sus errores,
reacciona como lo han hecho,
mujeres y hombres que por derecho,
han sido noviolentos y con ello
han provocado cambios,
que aún ahora,
nadie puede borrarlos.
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