jueves, 20 de septiembre de 2007

Cartas a Santiago, mi hijo (2)


Hijo Mío:

En estos tiempos,
la desesperanza invade la Patria,
es época de elecciones,
y la democracia se desdice,
en la boca de quienes,
por fuera la alaban,
pero por dentro la detestan.

Desde pequeños,
en la escuela nos enseñan,
conceptos limitados
de aquel sueño llamado democracia.

Unas elecciones,
unas papeletas,
unas promesas,
unos electores,
unos ganadores,
todos perdedores.

Replicamos el concepto
en la Universidad,
y lo perennizamos
para la eternidad,
cuando al juego jugamos,
de los politiqueros de turno,
que nos invitan a jugarlo.

La democracia hijo mío,
es el gobierno del pueblo,
es decir el gobierno de todos,
y todos son todos,
sin limitación alguna,
pobres y ricos,
blancos y negros,
mujeres y hombres,
todos quienes un pueblo hacen.

La democracia entonces,
sirve y debe servir a todos,
sin importar su origen,
quien representa al pueblo,
en democracia elegido,
debe servir a todos.
Y servicio no es hijo mío,
servilismo, ni más faltaba,
es voluntad de bien,
de construir para todos,
de ayudar a generar medios,
medios para el progreso,
la realización personal,
y el beneficio colectivo.

Quien sirve en democracia,
querido Santiago,
es pasajero, es por decirlo menos,
alguien temporal,
que su trabajo debe hacer,
y por tanto, no debería admirar,
a quien su trabajo hace,
porque debe hacerlo así.

Como ves mi querido hijo,
son pocos los elementos,
que constituyen la democracia,
sencillos y lógicos,
pero por desgracia,
desconocidos y ocultos,
para los actores de la política barata.

En democracia,
la honestidad se presume,
se asume como un valor intrínseco,
no se la oferta como valor añadido.
En democracia,
la transparencia se asume,
como comportamiento normal,
de quien ejerce la representación electoral.

En democracia,
la gente, el pueblo,
se nutre del beneficio público,
de las bondades del estado,
de las oportunidades de trabajo,
de los planes del salud y educación.

Entonces, hijo mío,
y aunque aún seas un niño,
debes pensar y meditar,
cuanta democracia hay,
en nuestra querida patria nacional.

Debes pensar,
para cuando puedas,
actuar de inmediato,
sin que la mano te tiemble,
y trabajar por siempre,
por construir donde te encuentres,
una verdadera democracia nacional.
Con pequeñas acciones,
con comportamientos personales.
Sé luz hijo mío,
ilumina a los que puedas,
ilumina su camino,
diles, coméntales lo que te digo,
vive la vida,
como siempre has querido,
pero hazlo siempre,
con amor y servicio.

Sé luz hijo mío,
conviértete en un verdadero,
Hijo de la Luz,
que donde vayas
la gente, se ilumine con tu amor.
Para ello no necesitas,
ser un candidato electoral,
solamente ser persona,
pero persona de verdad.
Y si decides algún día,
la política como forma de vida,
no te olvides que eres,
para todos,
una esperanza de presente
y de futuro,
una apuesta a la satisfacción,
al trabajo, al respeto,
a la vida, a la razón y al corazón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay cosas que sólo los padres pueden experimentar. Con el desafío de tener en sus manos el dirigir y formar para el futuro a los hijos vendrán muchas interrogantes y numerosos cuestionamientos.

Sin embargo veo de cerca el transcurrir de esta historia tuya junto a la Gaby, padres amorosos y comprensivos y el desafío se hace manejable, posible, se ve menos complicado; nunca fácil, siempre factible.

Lo que más perdura en el tiempo es la palabra y para quien sabe usarla es más que una manera de expresión, una herramienta valiosísima para llegar a los demás. Tus hijos tendrán en estas letras una herencia intelectual invalorable.

Felicidades Robertito, lo escrito en prosa o en verso es simplemente el reflejo de tu alma.

Un abrazo

Pau

(te dejo ahí la dirección de mi blog jeje yo también tengo unito, menos interesante, pero mi espacio al fin)