jueves, 13 de octubre de 2016

Silencio cómplice

¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas!
porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!
Santa Catalina de Siena
Hay en el aire y en el ambiente,
una especie de silencio,
como si la lengua hubiese sido cortada,
como si la boca hubiese sido cosida.

Hay entre nosotros,
entre mis labios
un silencio cómplice,
un silencio cómodo,
que calla y otorga,
ante los abusos del poder,
ante las desvergüenzas del poder,
ante la corrupción en el poder,
ante las injusticias de la ley.

Un silencio que se acomoda,
que adormita la conciencia,
que te invita a una supuesta comodidad,
adornada de una supuesta tranquilidad.

Un silencio cómplice
producto del poder que manipula,
de un poder que amenaza,
de un poder que acobarda
y que limita la voz y la palabra.
Hay un silencio,
del que me avergüenzo,
porque con ello
le doy permiso al gobierno
para destruir la historia
y también la vida de un pueblo.
A pretextos de regular,
de cambiar la realidad,
de tener una patria para todos,
han destruido la institucionalidad,
han detenido el crecimiento del país,
han permitido la impunidad,
han apadrinado la mediocridad.

La respuesta ha sido el silencio,
no sin resentimiento,
pero con la imposibilidad de hablar,
de decir, de denunciar, de criticar,
de juzgar, de condenar, de acabar
con todo aquello que signifique
un estado sometido a un poder fundamentalista
que se declara deidad,
que se declara amo y señor
de la vida misma,
del dinero común,
del destino y futuro
de quienes día a día,
le otorgan más poder al poder
con su silencio cómplice,
con su silencio…
con su miedo.

Silencio cómplice
que me pesas como una piedra enorme,
que me atormentas
como un pecado brutal.
Silencio cómplice
que te devoras mis días
mis esperanzas y alegrías,
que me señalas con el dedo,
como uno más
de los responsables del fracaso,
disfrazado de éxito,
con dinero mal habido,
con deuda pública impagable,
con días y días,
de dejar hacer y dejar pasar.

Silencio cómplice,
que parece que has venido
y que no puedes marcharte,
porque hay unas voces silenciosas,
unas bocas que no hablan,
unas conciencias adormecidas,
una esperanza que se marcha.

Silencio cómplice,
que temes la libertad de pensamiento,
la educación y el atrevimiento,
no eres eterno,
no eres de hierro,
eres espejismo y pesadilla,
eres humo y sombra que engaña,
pareces gigante,
pero eres menos que la nada,
en cuanto aprenda yo
a quererme un poco,
a valorarme como persona,
a pensar y soñar en la humanidad,
dejarás de estar
dejarás de servir
al poder vil

que se ha robado nuestro bienestar.

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