viernes, 20 de marzo de 2015

Democracia no es: un diálogo de sordos




Solamente el diálogo, que implica el pensar crítico, es capaz de generarlo.
Sin él no hay comunicación y sin ésta no hay verdadera educación.
Paulo Freire


Las voces han callado,
llega la noche y con ella el silencio,
ya no hay gente por las calles,
ya no se escuchan gritos,
música o consignas.

Las voces han callado,
las bocas se han cerrado,
pero las mentes siguen allí,
inquietas, pensantes,
buscando qué más decir.

El problema es,
en mi forma de ver las cosas,
que no puede haber diálogo,
cuando todos quieren hablar a la vez.
No puede haber diálogo,
mientras uno hable,
y el otro se tape los oídos,
mientras uno hable,
y el otro asuma,
que ese hablar,
es un insulto, es una provocación,
es una invitación a la violencia.

En democracia,
los ciudadanos estamos en la obligación,
de cuidar nuestros derechos,
cumpliendo nuestras obligaciones.
Y uno de esos derechos fundamentales,
es el de poder expresarnos libremente
respetando la dignidad de las personas,
sin alterar el orden de las cosas,
y teniendo a la verdad,
como elemento fundamental de ese diálogo.

En democracia,
los ciudadanos debemos poder dialogar,
y opinar, de buena fe,
sobre lo que pasa o no pasa en un país,
en una ciudad o en una localidad.
Y que sea ese diálogo,
el que nos permita avanzar,
en función del bien común,
nada más.

Democracia,
no es entonces,
un diálogo de sordos,
como dice el refrán popular.

Democracia,
no puede ser jamás,
la imposición de un dogma político,
de una visión de la historia,
de una sola verdad,
de un solo criterio,
de una sola realidad,
de un solo sentido de la vida,
de una sola forma de pensar.

Democracia es saber dialogar,
y dialogar, esa su vez,
saber escuchar, para reflexionar,
y luego poder hablar y dialogar.

Un diálogo de sordos,
lo único que hace,
es polarizar opiniones,
posiciones ideológicas
y criterios antagónicos
sobre determinada realidad.

Democracia no es diálogo de sordos,
es sobre todo,
la responsabilidad social,
de vivir en una realidad:
incluyente, tolerante,
respetuosa, libre,
fraternal, igualitaria,
que nadie regala u obsequia.
Es, por decirlo de alguna manera,
el fruto de la siembra,
de una sociedad que dialoga,
de un electorado inteligente,
de un grupo de personas,
que ha decidido renunciar
a la comodidad del bien personal,
y trabajar en beneficio
del bien social.

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