De niño creía en el Angel del la Guarda,
de viejo dejé de creer "en cuentos de hadas",
hasta que llega aquel Angel,
que se merece todo, incluso la vida,
y se convierte de a poco en un Angel custodio,
de mis penas y de mis alegrías,
de mis anhelos y mis tristezas infinitas,
de mis horas de sueño,
de mis noches y mis días.
Y ya,
cuando la media vida,
pasa por mis días,
cuando siento que no puedo más,
llega este Angel bendito,
y me tiende su mano,
y me dice que me quiere escuchar,
este llanto que tengo guardado,
esta pena,
con la que no puedo más.
Me abraza y me arrulla en su seno,
me dice tranquilo,
todo pasará.
Es su voz la que me calma,
es su cariño el que me anima,
es su presencia que me reconforta,
es el saber,
que tengo mi Angel de la Guarda.
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