La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe,
es preciso mostrarla, porque los hombres
siempre ven y pocas veces piensan.
Simón Bolívar
Cuando te veo de lejos
sufro por ti tierra querida,
y no lo hago por ti,
lo hago por lo qué dejé de hacer,
por lo que no he podido construir.
Cuantas veces he repetido,
casi hasta la saciedad,
que hay una crisis inmensa,
que no se calma con la ley,
o con la mentira barata.
Las soluciones no son
baratos programas de campaña
ni frases prefabricadas,
peor aún: filosofías baratas
que intentan hacer
cómplices de la mediocridad
a los héroes de la Patria.
Y es que no llego a entender
cómo se puede proclamar
el cambio en nuestras vidas,
si la clase política en el poder
hace lo que le da la gana.
Hipotecando están nuestro ser,
lo que nos queda del mañana,
y nos lo venden bien,
como si nos hicieran un favor…
un disfraz de una campaña.
De veras no logro entender,
cómo en esta Patria de bien,
se están haciendo tales salvajadas,
intentar que a través de la Ley,
logremos arreglar nuestra mala racha.
¿De cuándo acá,
una nueva Ley,
pone fin a la desgracia?.
Desde cuándo al Ley,
evita la presencia de la trampa,
que nunca se fue,
que siempre ha estado ahí,
solo que… agazapada.
Los hacedores de la Ley,
los padres de la Patria,
se han olvidado talvez,
que no solo ellos saben hacer,
o quizá pensar…
que hay un mundo
al que hay que entender,
que hay una realidad que nos atrapa.
De veras,
es inconcebible ya la vez,
una verdadera amenaza,
que supongamos que la Ley,
nos sacará de la trampa,
del inmenso abismo
en el que se encuentra la Patria.
Nos olvidamos de trabajar,
de proteger, de ayudar,
a lo que de veras importa,
a lo que de verdad funciona:
un núcleo social
llamado familia,
familia de verdad.
Sin educación
la familia se separa,
olvida su razón de ser,
un amor intenso,
una disciplina necesaria.
Las claves del cambio,
no son complicadas,
por el contrario son
sencillas y a la vez olvidadas:
una ética y unos valores,
que nos invitan a pensar
en el prójimo,
y en nuestras funciones
como miembros
de una comunidad de bien.
Jamás creeré
que una Ley cambiará mi vida,
creo, por el contrario,
que mi vida cambiará la Ley,
lo que yo sea, lo que yo haga,
será semilla a la vez,
de una Ley,
que de verdad valga.
Cuando te veo de lejos
sufro por ti tierra querida,
y no lo hago porque sí,
lo hago por lo qué dejé de hacer,
por lo que no he podido construir,
porque no les he podido decir
a los que imponen la palabra,
que sus leyes poco van a vivir,
sino viven su palabra.