La violencia dice presente,
en la campaña electoral,
en la agenda del candidato,
en el lenguaje general,
que nos agobia,
que nos reciente,
que nos acosa.
Se han acabado las promesas
y las pocas que hay,
son sinsentidos,
son discursos vacíos,
ofertas de campaña
que se evaporarán
una vez que ella acaba,
que se aleja por un tiempo quizá.
La violencia del discurso
en época electoral
destruye lo que a su paso encuentra,
acaba con la honra
y la dignidad
de quien se atreva a ser
su competidor electoral.
La violencia en la política
se traduce en usar la fuerza,
los recursos del poder,
para perennizarse en él.
La violencia en la política,
es una especie de anestesia
que paraliza a la gente,
que le impide opinar,
opinar en contrario,
peor aún: protestar.
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