jueves, 11 de diciembre de 2008

Los otros derechos humanos, Cartas a Santiago, mi hijo


Hijo mío,
en estos días,
el mundo se hace eco,
de un importante hecho:
el reconocimiento directo
a una serie de derechos
que la humanidad reconoció
para bien público
para el respeto mundial.
Se habla de la libertad de palabra,
del respeto a la dignidad,
de la justicia humana
sin trabas,
de la educación por igual.
De oportunidades para todos,
de respeto, de igualdades comunes,
de libertades también,
todos derechos fundamentales
presentes en la mayoría
de las constituciones estatales,
y que se celebrar por estar ahí,
por haber sido aceptados,
divulgados y estudiados,
pero que todavía,
algunos no han sido aplicados,
porque las miserias humanas,
impiden que los derechos de todos
sean eso: de todos.

Entonces te darás cuenta,
hijo querido,
que no basta con que los derechos
en palabras se conviertan,
que los derechos,
en los libros aparezcan,
porque el ejercicio de ellos
se los hace en la vida misma
en la práctica y ejemplo personal,
en la conciencia social,
que al prójimo debes dar.

Te darás cuenta también,
que hay muchas bocas,
que se llenan de palabras,
vacías todas,
que sobre la defensa plena
de los derechos humanos,
y mirarás unas manos
que defienden ciegas,
a los delincuentes comunes
que aplastan nuestros derechos.

Te pido entonces,
que jamás abandones,
el derecho que tienes,
y que tienen,
tu gente y la comunidad que quieres,
de que aquellos derechos,
tan anunciados
e irrespetados,
se apliquen a todos,
sin distinción alguna.

Mas te pido una cosa más,
trabaja y lucha,
en tu vida toda,
porque nuevos derechos
cobijen a la gente:
el derecho a soñar
un mundo nuevo,
de igualdades y oportunidades,
de respetos y aciertos,
a soñar con posibilidades
de futuros mejores.

El derecho a mantener
la inocencia perdida,
y que no te la quite nadie,
con engaños y mentiras.

El derecho a que te digan la verdad,
los políticos de turno,
y que tengamos la oportunidad,
de exigirles cumplir la promesa
que hicieron alegres
en campañas de fiesta.

Esos y otros tantos derechos
que merecemos se cumplan,
te pido no olvides:
no bastan las palabras,
lo que cambian los hechos
son los comportamientos,
los buenos ejemplos,
decir y ser verdad en vida,
y no una promesa perdida.

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